Sandra Navarrete.
“Proyectar desde la experiencia sensible: Arquitectura del vino del estudio Bórmida y Yanzón / To project from the sensitive experience: Architecture of the wine of Bórmida & Yanzón study” Sandra Navarrete. RIVAR Vol. 2, N° 4, ISSN 0719-4994, IDEA-USACH, Santiago de Chile, enero 2015, pp. 17-39


Artículos

Proyectar desde la experiencia sensible: Arquitectura del vino del estudio Bórmida & Yanzón*

To project from the sensitive experience: Architecture of the wine of Bórmida & Yanzón study.

 

Sandra Navarrete**

**Sandra Navarrete es argentina, Arquitecta, Doctora en Arquitectura, Investigadora del Departamento de Investigaciones Científicas, Tecnológicas y Vinculación de la Universidad de Mendoza, Mendoza, Argentina, docnavarrete@gmail.com

 


Resumen

Este trabajo propone un análisis desde la perspectiva fenomenológica de los paisajes y la arquitectura del vino en Mendoza, a efectos de incorporar los modos de aprehender el mundo en forma rigurosa y sistemática a través de la experiencia sensible. Aunque los estudios de arquitectura clásica priorizaron aspectos constructivos y funcionales en sus análisis de las bodegas, en concordancia con las teorizaciones de la primera mitad del siglo XIX, hoy es posible superar esos límites dado el rol protagónico de las grandes bodegas, con morfologías impactantes y con grandes visiones, como transformar el desierto en oasis productivo. Su análisis se vuelve más complejo, acorde a las líneas de pensamiento del paradigma actual. La arquitectura del vino del Estudio Bórmida & Yanzón, publicada y premiada en ámbitos nacionales y extranjeros, se consolida a nivel latinoamericano como vanguardia conceptual, acorde a las últimas tendencias de diseño, ya que incorpora la variable de sensopercepción a sus procesos proyectuales, tal como los mismos arquitectos mencionan.

Palabras clave: paisaje del vino - arquitectura del vino - análisis fenomenológico de la arquitectura


Abstract

This paper proposes a phenomenological analysis from the perspective of landscapes and architecture in Mendoza wine in order to incorporate the ways of apprehending the world in a rigorous and systematic through sensory experience. Although studies of classical architecture and functional aspects construction prioritized in their analysis of the wineries, according to the theories of the first half of the nineteenth century, it is now possible to overcome these limits given the leading role of the great wineries, with striking morphologies and with great visions, and transform the desert into productive oasis. Their analysis becomes more complex, according to the lines of thought of the current paradigm. Architecture Studio Bórmida Wine & Yanzón published and awarded in domestic and foreign areas, consolidated throughout Latin America as conceptual art, according to the latest trends in design, incorporating sensory perception variable in their project processes as the same architects mentioned.

Key words: landscape of wine - wine architecture - architecture phenomenological analysis


 

Introducción

Cuando la arquitectura conmueve, deja una huella en el espíritu, es cuando se siente que ha cruzado una línea invisible hacia lo trascendente. Este acento en la experiencia de los sentidos tiene su base conceptual en una corriente filosófica de gran impacto en las últimas tendencias arquitectónicas: la fenomenología. La fenomenología es una tendencia filosófica con su propio método de investigación de la experiencia cotidiana de la realidad, tal como se presenta a la conciencia de cada individuo, desde una perspectiva en primera persona. Es una postura muy apropiada para entender cómo se presenta el diseño, tanto al diseñador como al usuario, y cómo cada persona le atribuye un significado particular. Edmund Husserl es el filósofo que dio forma a la fenomenología, con una metodología concreta en el estudio de la conciencia. Consideró que en el estudio de la mente había que reconocer que la conciencia se caracteriza por la “intencionalidad”, la conciencia es siempre conciencia de algo. Un énfasis particular en la percepción de la realidad a través de los sentidos, fue desarrollado por el filósofo francés Maurice Merleau-Ponty (1945).

Bermúdez es pionero en encontrar formas de interpretación fenomenológica a la arquitectura de alto impacto sensorial en las personas. Aborda comprometidos interrogantes en su propuesta de arquitectura extraordinaria, “¿cómo se puede científicamente estudiar y dar validez y relevancia a testimonios o experiencias individuales, de carácter altamente subjetivos?” (Bermúdez, 2008: 20).

Según Holl, el arquitecto contemporáneo de mayor producción en el marco de esta línea de pensamiento:

La fenomenología trata del estudio de las esencias; la arquitectura posee la capacidad de hacer resurgir las esencias. Relacionando forma, espacio y luz, la arquitectura eleva la experiencia de la vida cotidiana a través de los múltiples fenómenos que emergen de los entornos, programas y edificios concretos. Por un lado, existe una idea/fuerza que impulsa la arquitectura; por otro, la estructura, el material, el espacio, el color, la luz y las sombras intervienen en su gestación (Holl, 1997:11).

En el estudio de la arquitectura del vino, se destaca la propuesta del Estudio Bórmida-Yanzón, obras con rasgos movilizadores, que emocionan, que trascienden la corporalidad... tiempo y espacio se diluyen en significados vivenciales de gran impacto sensorial y espiritual. Es lo que experimentan miles de visitantes de las más de 30 bodegas proyectadas por estos arquitectos en Mendoza, en Argentina y otros países del mundo.

Sin dudas, los procesos de diseño requieren conceptualizaciones serias, tal como lo he expresado en otras publicaciones, pero las ciencias “duras” no tienen la capacidad de brindar caminos accesibles para la comprensión de dichos conceptos. Con el objetivo de esclarecer estas temáticas, la fenomenología incluye los sentidos y la percepción, para llegar a una idea (la “reducción eidética” de Husserl). Este lenguaje forma parte de la práctica proyectual, en la que se involucran experiencias estéticas y sensibles.

Por ello, es necesario precisar algunos de los conceptos teóricos involucrados en lo fenomenológico. Se observa que el término experiencia se utiliza en varios sentidos.

La aprehensión por un sujeto de una realidad, una forma de ser, un modo de hacer, una manera de vivir, etc. La experiencia es entonces un modo de conocer algo inmediatamente antes de todo juicio formulado sobre lo aprehendido. La confirmación de los juicios sobre la realidad por medio de una verificación, por lo usual sensible, de esta realidad. Se dice entonces que un juicio sobre la realidad es confirmable, o verificable, por medio de la experiencia (Ferrater Mora, 1980: 644).

La distinción platónica entre el mundo sensible y el mundo inteligible es similar a la distinción entre experiencia y razón. La experiencia aparece, en este caso, como conocimiento de lo cambiante; por lo tanto, como una "opinión", más que como un conocimiento propiamente dicho. En términos arquitectónicos, la opinión es un arma muy delicada en la observación crítica, que en diversos momentos de la historia ha generado tendencias caprichosas, de escaso reconocimiento social e identitario.

Por otro lado, la noción de experiencia desempeña un papel fundamental en la teoría kantiana del conocimiento. Según Kant, no es posible conocer nada que no se halle dentro de la "experiencia posible". Como el conocimiento, además, es conocimiento del mundo real, tal como se nos presenta, la noción de experiencia se halla íntimamente ligada a la noción de cómo se presenta el mundo, su apariencia, evidenciada en su representación.

La mayoría de las obras proyectadas durante los siglos XX y XXI han descartado la experiencia de los sentidos, por el temido riesgo de producir arquitectura “opinable”, sin argumentos sólidos. Lo racional era proponer arquitectura muy funcional, bien resuelta a nivel tecnológico. Esto en la arquitectura industrial, como es el caso de las bodegas, dio resultados eficientes, propios de la era de la máquina, pero deshumanizados.

La arquitectura del vino ha utilizado variados lenguajes formales que van desde la vanguardia tecnológica a reinterpretación de tradiciones regionales. Se observan obras de alto impacto visual, como es el caso deconstructivista de la Bodega del Marqués de Riscal en la Rioja, España, realizada por Frank Gehry en el 2007. Otra de las bodegas reconocidas entre las diez más destacadas del mundo es Dominus Estate en Napa Valley, California, Estados Unidos. Esta bodega fue diseñada por el estudio de arquitectos suizos Herzog & de

Meuron, de fuerte expresividad material y absoluta reducción geométrica. Otra de las diez es Peregrine Wines en Gibbston, Queenstown, Nueva Zelanda. Realizada por el arquitecto neozelandés Christopher Kelly, pone el acento en la vanguardia hipertecnológica del metal. De singular atractivo formal, en la ya reconocida morfología arquitectónica de Mario Botta, está el cilindro de ladrillo visto de la Bodega Petra Suvereto, Toscana, Italia. Sin dudas, los ejemplos mencionados evidencian un importante aporte a diferentes estilos arquitectónicos, pero la mayoría de los casos responden a premisas formales. Ninguno de los destacados arquitectos mencionados pone énfasis en aspectos sensibles, en la relación hombre -arquitectura. Sin embargo, entre estas diez bodegas se encuentra O Fournier, del estudio mendocino Bórmida & Yanzón, que propone una alternativa diferente de relación arquitectura - paisaje.

El nuevo paradigma de la posmodernidad revierte la jerarquía de valores arquitectónicos, llevando la sensibilidad a su máximo desarrollo y a los aspectos técnicos-funcionales a lo estrictamente necesario. Esta nueva mirada se sustenta en la filosofía fenomenológica.

La fenomenología, como una manera de pensar y ver, se convierte en un generador para la concepción arquitectónica. Al mismo tiempo que la fenomenología nos restituye la importancia de la experiencia vivida como una auténtica filosofía, también la relaciona con la percepción en circunstancias preexistentes (Holl, 1989: 109-110).

El arquitecto estadounidense Steven Holl se mostró identificado con la fenomenología en muchos de sus escritos (Giménez et alt., 2011), se expresa en textos poéticos colmados de metáforas que apelan particularmente a lo sensorial. La experiencia del agua, el color, y especialmente la luz, son su campo de experimentación, con el propósito de reproducir el mundo sensible.

La fenomenología trata del estudio de las esencias; la arquitectura posee la capacidad de hacer resurgir las esencias. Relacionando forma, espacio y luz, la arquitectura eleva la experiencia de la vida cotidiana a través de los múltiples fenómenos que emergen de los entornos, programas y edificios concretos. Por un lado, existe una idea/fuerza que impulsa la arquitectura; por otro, la estructura, el material, el espacio, el color, la luz y las sombras intervienen en su gestación (Holl, 1989: 109-110).

El arquitecto finlandés J. Pallasmaa, critica la arquitectura que hoy triunfa en las sociedades avanzadas de todo el mundo. Su crítica se centra en el desmesurado protagonismo que tiene la imagen: la del arquitecto-estrella y la del edificio-ícono. En su libro Los ojos de la piel afirma que la arquitectura implica “cuestiones metafísicas”, concernientes al concepto de Heidegger del dasein, “ser-en-el-mundo”. En el texto mencionado, Pallasmaa propone una arquitectura del tacto para recuperar su verdadera finalidad, es decir, una arquitectura de alto grado de sensibilidad.

La arquitectura es esencialmente una extensión de la naturaleza en el reino artificial que facilita el terreno para la percepción y el horizonte de la experiencia y comprensión del mundo. No se trata de un artefacto aislado y autosuficiente; dirige nuestra atención y experiencia existencial a horizontes más amplios (Pallasmaa, 2006:43).

El énfasis en aspectos sensibles ya había sido abordado a principios del siglo XX por la Teoría del Einfühlung (término que puede traducirse como “introducción del sentimiento”, “sentir total”, “simpatía simbólica”, consenso, empatía) nace del compromiso entre el pensamiento idealista y la investigación psicológica para responder a la pregunta de por qué los hombres son atraídos o repelidos por las formas de los fenómenos, tanto del arte como de la naturaleza (De Fusco, 1981). Su autor en 1908 es Wilhem Worringer. Esta teoría permitió comprender la dualidad arquitectónica de todo el siglo XX (Navarrete, 2004), entre posturas abstractas - racionales y expresivas - sensoriales. La arquitectura orgánica, protagonizada por Frank Lloyd Wright en Estados Unidos y Alvar Aalto en Finlandia, muestra esta particular sensibilidad hacia los espacios interiores y exteriores (al mejor estilo de Merleau Ponty en La poética del espacio), en el uso expresivo de los materiales, en los juegos de luces y sombras.

Es en este diálogo entre el material, el espacio, el color, la luz, donde la obra de los arquitectos Bórmida y Yanzón comienza a destacarse, ya que gradualmente adhieren al nuevo paradigma, incorporando el mundo de los sentidos a sus proyectos de bodegas.

 

Estudio Bórmida & Yanzón1

Este estudio ha realizado, entre 1988 y la actualidad más de 30 bodegas, 13 nuevas, 14 intervenciones en bodegas existentes y 9 proyectos, que incluyen arquitectura y paisaje. Estas obras han sido ampliamente difundidas en medios nacionales e internacionales y varias de ellas han recibido reconocimientos, como el premio Konex2 2012.

Se le otorga el premio Konex al Estudio Bórmida & Yanzón por sus proyectos de bodegas (arquitectura y paisaje) que han acompañado el posicionamiento de los vinos argentinos en los mercados globales. Sus innovadoras obras, basadas en la sustentabilidad y la identidad regional, se sitúan entre las más reconocidas del mundo y han recibido distinciones y difusión internacional, como Premios Clarín, Red Edificar y de la Red Global Great Wine Capitals of the World. El Centro de Visitantes Killka, en Bodega Salentein, ha sido incluido en el Atlas Phaidon de la arquitectura mundial del siglo XXI. Ha realizado más de 30 proyectos vitivinícolas y turísticos, donde destacan Bodegas Salentein, O. Fournier, Séptima, Vistalba, Atamisque y Diamandes. También se especializan en proyectos residenciales y actualmente incursionan en nuevos temas de arquitectura agroindustrial fuera del país.3

Las bodegas proyectadas y construidas por el Estudio Bórmida & Yanzón se inscriben en el marco posmoderno del regionalismo crítico, con alto contenido perceptual y se destacan por sus particulares relaciones con el paisaje del lugar. Esto, sumado a la voluntad de expresar en cada caso conceptos rectores propios de las empresas, ha dado origen a obras con gran identidad que, muy diferentes entre sí, contribuyen a la definición de imágenes de marca4.

Su filosofía, tal como la describen los autores:

Creemos en una arquitectura que surge del lugar y de la gente, que acepta los desafíos del mundo contemporáneo y, a la vez, es sensible a los valores de la tradición. Creemos en ciudades que crecen y cambian orgánicamente, apuntando a una calidad de vida con identidad, a partir del reconocimiento de su dinámica histórica, de su naturaleza y de su sociedad. Creemos que la visión crítica de los hacedores, la ética corporativa de los equipos de trabajo y el poder de la comunicación con el medio, son factores estratégicos esenciales en los procesos de crecimiento que transforman nuestra realidad. Creemos en un territorio que se desarrolla en equilibrio, potenciando las fortalezas de su patrimonio natural y cultural, y que se inserta convenientemente en las múltiples redes del mundo global de hoy5

 

Figura 1 : Acceso principal a Bodega Séptima

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón 6

 

Paisaje del Vino

El contexto físico del oasis centro de Mendoza va preparando al visitante de un modo peculiar. El relieve montañoso de imponente escala, con sus tonos marrones grisáceos, que por momentos se tornan azulados, conforman el escenario lejano. En primer plano se encuentran las plantaciones de viñas, que ponen su toque de verdes, y sus diferentes perfumes según los varietales.

El camino hacia el valle central, donde se encuentran las bodegas más relevantes del estudio aludido, encuentra en principio unos montes muy altos, para luego desembocar en un valle extraordinariamente verde, cultivado, donde se percibe la sombra, el fresco, las plantaciones, los habitantes, los trabajadores... Y sorprende al visitante la sucesión de un pueblo tras otro. Sin notarlo, casi imperceptiblemente se ha ingresado en la vida de los pueblos agrícolas de montaña. Saliendo de estas zonas pobladas, se llega al gran Valle de Uco, donde impacta el contraste entre la presencia imponente de la montaña y la llanura inmensa cada vez más cultivada.

 

Figuras 2 y 3: Imágenes del Valle de Uco en Mendoza

Fuente: fotografías tomadas por el equipo de investigación proyecto Análisis fenomenológico de las bodegas del Estudio Bórmida & Yanzón. Nueva concepción de la arquitectura del vino en el marco de la posmodernidad.

 

Los comienzos

Siempre ha habido en la arquitectura del vino una voluntad de hacer algo de calidad, en cada época a su manera (Lacoste, 2013: 97). El Estudio Bórmida & Yanzón tuvo la oportunidad de empezar a hacer sus bodegas en un momento privilegiado, porque Mendoza sufrió, durante varias décadas, una profunda crisis de la vitivinicultura como consecuencia de la política de transformar al vino en un producto masivo, que podía llegar a la mesa de todos los argentinos por su bajo precio, compitiendo con otras bebidas de bajo costo para el consumidor como la cerveza y las gaseosas. No se exportaba, produciéndose un fenómeno de retracción de la industria vitivinícola.

Pero algunos empresarios, más audaces y con más contacto con el mundo exterior, notaron que en otros lugares del mundo había un fenómeno de puesta en valor del vino como bebida

singular, con valor propio, alejándolo de las otras bebidas de consumo masivo. Uno de los aspectos distintivos es que el vino no es un producto que se hace en una fábrica, parte de la tierra, requiere del cuidado y el amor de los cultivadores de la vid para poder crecer, se nutre del agua y del sol, arraiga al campesino a su lugar de origen, produciendo un fenómeno social de proporciones interesantes. La elaboración del vino no es un proceso mecanizado, sin valor agregado, como podría ser una bebida de consumo masivo, es todo lo contrario.

Uno de los pioneros en esta nueva visión del vino fue Ernesto Pérez Cuesta, que residió en España y le hizo el encargo a Estudio Bórmida & Yanzón de una bodega para vinos de crianza. Había comprado una antigua bodega, que hoy es de Pérez Companc: Nieto Senetiner, en Vistalba, Guardia Vieja. Era una casa con una bodega vieja. Entre las dos construcciones, una calle por donde pasaban los camiones cargados con los canastos de cosecha, impregnando la vida de la casa con el ruido de los cosechadores, y de toda la actividad de trabajo. Él, con su experiencia e intuición de empresario (a partir de lo que había visto en el mundo) le propuso al Estudio Bórmida & Yanzón una bodega con una casa familiar (un binomio que durante muchos años había desaparecido; con la revolución industrial, se había separado la bodega del ámbito doméstico) donde pudiera invitar a gente entendida en vinos, y así persuadirlos de la buena factura de sus vinos en ese lugar, donde se hacen las cosas bien, vinos de crianza. El objetivo era, sobre todo, mostrar el lugar de degustación, estrechamente relacionado con la vida social.

 

Figuras 4 y 5. Imágenes de la original y de la actual Bodega Nieto Senetiner

Fuente: foto de época. Vista actual, fotografía del archivo de la arquitecta Graciela Moretti.


Lo primero que hizo el estudio fue relevar el lugar, y descubrieron en ese espacio interesantes valores. Los arquitectos advirtieron que el espacio es un ámbito con una estructura física y una organización muy definidas. Notaron que el espacio era muy amplio, que estaba mucho más allá de la percepción común, un fondo de montaña espectacular con una gran finca adelante y luego construcciones. La casa por un lado, la bodega por el otro, con un parque adelante que llegaba hasta la calle de ingreso. Había un eje, que conectaba la calle, el parque, las construcciones, la viña y la montaña. Ese espacio era tan elocuente en sí mismo, que el estudio se propuso hacer que fuera “sentido” por la gente que visit ara la casa.

Era tan clara la intención de Pérez Cuesta, que el estudio se propuso como premisa mostrar al visitante el paisaje vitivinícola. Cuando se ve el cuidado de las viñas, no se duda de que ese fruto es extraordinario, considerando que es un oasis que se ha cultivado en el desierto, donde estas plantas exóticas han logrado sobrevivir.

Las vides se trajeron durante la época colonial y desde entonces comenzó la adaptación al medio, donde la irrigación tuvo un papel fundamental. Cuando se ven las montañas nevadas se hace evidente la pureza del agua con que se riegan los campos, traspasando esas purezas, por características propias del terroir, a un viñedo con características particulares y que, por tanto, debe ser capaz de generar un producto particular y de alta calidad.

Con las sugerencias del propietario, los arquitectos comenzaron a construir un argumento, a partir de la sensibilidad, con el espacio y las oportunidades que ofrece. Crearon una amplia galería, enfrentada a otra galería de la refuncionalizada bodega, de manera de conformar ese escenario con el paisaje andino y los viñedos.

 

Figuras 6 y 7. Bodega Nieto Senetiner. Izquierda, acceso. Derecha, vista de las galerías.

Fuente: Fotografía del archivo de la arquitecta Graciela Moretti; https://www.google.com.ar/search?q=bodega+nieto+senetiner+vistalba&source=lnms&tbm=isch&sa=X&

 

La bodega tuvo un éxito inmediato, la gente empezó a entusiasmarse con esa nueva vida en una bodega-casa, que había recuperado la percepción integral, de la naturaleza que da oportunidad con su agua, con su clima, para elaborar buenos vinos, además del trabajo del hombre que cultiva la tierra, el de ingenieros agrónomos y enólogos para terminar el vino en la bodega.

El empresario orgulloso de sus productos, a fin de posicionarlos en la sociedad a través de los críticos, no les envió botellas para su degustación, sino que los invitó a tener la experiencia completa, integral, no sólo de las características organolépticas, sino una que integra la sociabilidad y el contacto con las otras personas, que también perciben y suman sus miradas y gustos sobre el vino.

Así, los arquitectos fueron trabajando intuitivamente, saliendo de los procesos proyectuales habituales, centrados en lo funcional.

El siguiente encargo fue Trapiche. La bodega estaba siendo reciclada cuando se convocó al Estudio Bórmida & Yanzón para organizar los espacios de sociabilidad y la comunicación del vino, de modo tal de invitar a los críticos externos a tener la experiencia completa del vino.

En un principio, lo que podía apreciarse era desorden, no había un sentido fenomenológico-sensorial en aquella bodega que se estaba remodelando. El visitante entraba por el camino de los camiones de cosecha y la gran protagonista de la bodega era la cuba gigante para un millón de litros, algo contradictorio en el proceso de elaboración del vino a nivel mundial, con utilización de contenedores más pequeños, para producciones muy cuidadas, no masivas y difusión de barricas. Los espacios para comer y saborear los vinos (algo que interesa más al visitante que el proceso de elaboración) estaban recubiertos por azulejos color turquesa, que pertubaban la cata del vino y maridajes. Relata Bórmida que hubo que organizar una comida, y el lugar no podía mostrarse en esas condiciones. Hubo que realizar una rápida reorganización e implementación de pequeños golpes de efecto para los sentidos. La primera sugerencia fue apagar todas las luces, y en los corredores donde se ubicaban los toneles ubicar mesas largas. Los puntos de iluminación fueron colocados en las tapas de los toneles, donde Pulenta había ido haciendo anotar y registrar dichos respecto a los valores del vino. Se exaltó la capacidad de la familia de ser buenos anfitriones. Era un acto programado de persuasión, para que a través de una cantidad de situaciones no arquitectónicas, sino de escenografía, como el recurso de jugar con el silencio, con luces y sombras, con la aparición y desaparición de personajes del servicio de gastronomía, caracterizados con vestimenta tradicional cuyana

La tercera experiencia llegó de la mano de Carlos Pulenta, presidente de Trapiche, quien junto con Camilo Aldao, de San Rafael, invitó a un empresario extranjero de gran visión, que había venido a cazar palomas a Entre Ríos, a visitar la finca (en quiebra) de los Aldao. Este importante empresario, el holandés Mijndert Pon, quedó fascinado con la vida de la Casa Bombal de San Rafael, muy antigua, donde han pasado importantes personajes. La casa conserva esa vibración, esa energía, de las antiguas casonas rurales. Contaba también con una finca y una bodega intrascendente. Quiso ser parte de esta nueva tendencia, y Pulenta le sugirió al Estudio Bórmida-Yanzón, para el emprendimiento Salentein. Lo primero que hicieron los arquitectos (Yanzón, paisajista; y Bórmida muy formada en aspectos patrimoniales e identitarios), fue visitar el lugar. La idea era convertir a esta Bodega en un ícono de la nueva era... posicionar los vinos mendocinos en el mercado mundial.

 

El caso Salentein

El gran mensaje de este complejo es “hay que atarse a la cordillera de Los Andes”, instalar el concepto de vinos andinos. Además del ícono de la cordillera nevada que riega al desierto, la potencia del desierto no puede negarse; por eso, el Estudio Bórmida & Yanzón le sugirió a Mijndert Pon que dejara 50 hectáreas de reserva de flora y fauna, en los que no hay viñedos alrededor de la bodega. Había una voluntad de transmitir, con la experiencia del recorrido, el mensaje, conocer y re-conocer que se está en tierras andinas.

 

Figura 8. Bodega Salentein. Acceso principal

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón.

 

El ingreso, a través de un gran eje ceremonial, nos anticipa una arquitectura que no pasará inadvertida. El recurso del eje ha sido usado desde la antigüedad, da escala y ayuda a mantener toda la composición unida. En un extremo del eje está la Capilla de la Gratitud, y en el otro el primer edificio que se construyó, la bodega.

 

Figura 9. Fotografía aérea y Planimetría del complejo arquitectónico-paisajístico de la Bodega Salentein

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón

 

El primer paso fue visitar el lugar, sentir la experiencia e interpretar lo que el lugar quiere decir...

Lo primero que nos encargaron fue la bodega, nadie sabía que iba a terminar siendo el conjunto que fue. La bodega la pusimos recorriendo el lugar. Personalmente fuimos con Mijndert Pon, Mario y yo, y miramos. Por la ruta, nos bajamos, por el monte que había en ese momento, y miramos qué disposición tenía la cordillera de Los Andes, donde estuvieran los picos más altos, de acuerdo a lo que uno veía en ese lugar, ahí iba a estar la bodega. Por eso la bodega se puso enfrente (si ustedes miran, la cordillera de los andes está al oeste) pero, a la percepción del lugar hace un giro, y toma hacia el suroeste con los picos más altos.

También planificamos que nadie llegara a la bodega de costado, sino que se creara un eje largo, para que la gente al andar ese eje tuviera ante sus ojos, aunque no se diera cuenta, su subconsciente iba a estar asociando bodega-montaña y desierto. Empezamos a construir una experiencia, porque, hicimos una bodega que la entendíamos como parte de un recorrido experiencial que iba a culminar en una entrada a un edificio que se iba a trabajar en dos niveles (...) el visitante tenía que tener una experiencia a solas, de él con el vino”.7

Los arquitectos planearon la bodega en dos plantas: fermentación arriba, conservación abajo, con una perforación circular en el centro y con iluminación cenital, para que la luz del sol penetrara la obra y llegara a la profundidad de las cavas. En primer lugar porque se piensa que el sol es fecundidad, el concepto es que el sol penetre las entrañas de la tierra. Bórmida describe esta analogía con palabras de clara tendencia fenomenológica: “no te voy a contar el espacio. ¡sentilo!”. El recorrido inicia entrando a la bodega y mirando el pozo, esa perforación que causa exclamaciones de asombro a los visitantes (experiencia narrada por los guías). Y luego se va aprehendiendo la totalidad del espacio, descendiendo y caminando por el deambulatorio, siempre contrarreloj. En el centro de la rotonda es dónde se experimenta la vibración corporal. Siguiendo el recorrido se encuentran las salas de degustación, muy desnudas, pero de alto impacto sensorial.

Un gran portal materializado en un prisma, Kilka (que significa entrada), encuadra la perspectiva hacia la Bodega. Kilka es un edificio muy sencillo, de planta muy limpia con vistas espectaculares a la bodega (las pequeñas habitaciones de servicio se ubicaron en el subsuelo).

 

Figura 10. Edificio Kilka. Vista del acceso.

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón8

 

En este lugar, exquisitamente resuelto, con agua, luz y arte, el espíritu se inclina al recogimiento.

 

Figura 11. Edificio Kilka. Vista del espacio interior, a cielo abierto, asimilándose al impluvium doméstico romano.

Fuente: Fotografía Bórmida y Yanzón9

 

Desde el acceso al edificio principal (dónde se procesa la uva) se percibe la abertura superior del espacio central, que invita a observar hacia el subsuelo...

 

Figura 12. Planta superior de la Bodega Salentein. Orificio circular desde donde se descubre la Cava.

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón10

 

Es una gran sorpresa, que la cava quede rodeada de barricas. En su centro, la rosa de los vientos, para no perderse en este mar de sensaciones. Al descender, la columnata y el ingreso de la luz, contrasta con los espacios perimetrales, cavernosos, húmedos, oscuros. El contraste logra un efecto sobrecogedor. Texturas, colores, luz, conspiran para que sintamos que los toneles de vinos sean los observadores de este espacio.

 

Figura 13. Cava centralizada de la Bodega Salentein. Imagen en el piso de la rosa de los vientos.

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón11.


Entrar al edificio, mirar ese espacio circular (se percibe redondo porque en el centro se hizo una entrada de luz cenital, en realidad es una cruz), y que la gente se sorprendiera, al mirar hacia abajo, de encontrar un sótano organizado en forma de rotonda, con todas las barricas de vino alrededor. Y que hubiera también una imagen en ese piso, que hablara de esa voluntad de salir de Mendoza hacia el mundo, son los motivos de incluir una rosa de los vientos orientada hacia los puntos cardinales de Mendoza.

Después, el visitante baja por un recorrido especial y llega a la cava, que es muy importante. Según Bórmida, fue diseñada para emocionar. Se usó una planta de una iglesia del renacimiento, planta de cruz griega con brazos centralizados, cuatro naves con techo abovedado que contienen las barricas: es el lugar de reposo, donde el vino madura. Los dos pisos tienen expresiones totalmente diferentes: la planta superior es tecnológica, dominada por el acero, la inferior con sus bóvedas de cañón corrido, el espacio centralizado, oscuro, con la sugerencia de una cúpula. Es el efecto de la forma circular que tiene la perforación del piso superior cubierto por el lucernario. Las personas que tienen la experiencia de una cúpula la asocian inmediatamente, hay una permanencia en la memoria de una morfología histórica. Bóvedas y cúpula, y la forma de cruz griega es lo que hace que la gente asocie esta bodega con un templo. Se ha jugado con el silencio, con los contrastes de luces y sombras, con la escala, y con efectos sensoriales como el auditivo. Pararse en el centro del espacio y emitir algún sonido hace vibrar al cuerpo como una caja de resonancia, y se escucha a sí mismo como si lo hiciera a través de amplificadores de sonido. Esto no funciona tanto para el que escucha. Es una experiencia absolutamente personal. Es en primera persona, uno siente que es el centro. Esto no fue planeado, fue el resultado de la utilización de formas (bóvedas y cúpulas) que producen experiencias viscerales.

La bodega Salentein creció con la intención de comunicar (como la “arquitectura parlante” del Iluminismo) se sacaron fotos de esta bodega y se las utilizó para llevar los vinos mendocinos al extranjero. La experiencia de Salentein no terminó en la bodega, porque el cliente, entusiasmado con lo bien que le iba, y con lo rápido que se había posicionado su bodega en Argentina y también en el mundo, pidió un espacio ecuménico de agradecimiento, con la escala de un oratorio, la Capilla de la Gratitud. Una expresión de agradecimiento a la gente de Mendoza que ha sido tan noble al recibir e incorporar esta propuesta a su identidad cultural y, aparte, agradecer a la tierra que es tan generosa. El estudio evocó la relación con el paisaje de las capillas andinas. Diseñó un gran atrio, arquitectura de tierra para que la asociación a lo andino sea otra vez entrañable, muy sensorial. Propuso que la Capilla fuera parte de la reserva de flora y fauna, que represente el desierto ancestral de Mendoza. Para su ubicación, los arquitectos pensaron qué iba a representar en la vida de las personas. En Mendoza existe una tradición muy antigua que es la bendición de los frutos, y así surgió la idea de la procesión, en el otro extremo de un eje virtual. Y aunque el recinto fuera pequeño se trabajó con lo vivencial, y se diseño con el criterio de capilla abierta, con una amplia fachada, generada a partir de dos pabellones separados con enormes murales de Eliana Molinelli, evocando a las Bodas de Caná. De esta manera, se le dio una amplia fachada a este recinto diminuto, posible de utilizarse, también, para ceremonias al aire libre si así lo requiriera alguna actividad especial.

 

Figura 14. Vista del acceso de la Capilla de la Gratitud

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón12

 

La capilla de la Gratitud está emplazada dentro del conjunto “Salentein” que se completa con la bodega, el centro de visitantes, el bosque y el sector ampelográfico. Nació sobre un eje de acceso paralelo a la cadena montañosa de Los Andes, que en el lugar pareciera describir una amplia curva y cerrar el horizonte por el sur, con los picos más altos. Dos años después de consolidada la bodega, el propietario (un inversor holandés) pidió hacer una capilla en gratitud por todo lo recibido.

Fue una capilla ecuménica en su concepción esencial, pero dotada de los atributos católicos para que pudiese ser consagrada y sirviera a la comunidad del lugar. Situamos la capilla sobre el eje inicial, en el extremo opuesto de la bodega, a una distancia de poco más de un kilómetro, estableciendo así un vínculo directo entre ambos edificios, que se miran desde lejos. La pequeña capilla, con una superficie cubierta 225 m2, apenas para cincuenta personas, fue concebida en la más absoluta austeridad expresiva, como el monte que la rodea.

Fue hecha de tierra, como los tapiales que en un tiempo cercaban las fincas mendocinas. Nobles bloques compactados en moldes in situ a fuerza de pisón, que se van alineando, superponiendo y trabando para formar esos murallones gruesos tan apropiados para el clima del desierto.

La tradición de la tierra fue revivida, después de más de un siglo de olvido; solo que ahora, por cuestiones reglamentarias de nuestra zona sísmica, debimos experimentar un método comprobable de sismo-resistencia, que se resolvió insertando finas barras de hierro verticales durante las llenadas del barro y barras horizontales encamisadas dentro de caños en todas las juntas de las hiladas, para un postensado final. A esa finalidad estructural responden los perfiles de acero situados junto a las aristas, que reciben los bulones de tensión y dan a las tapias esa manifestación rigurosa de su escueta geometría cúbica, que en la tradición no tenían.

Como la capilla era muy pequeña visualmente para ocupar esa posición tan destacada al final de la perspectiva desde la bodega, pensamos en extender horizontalmente su frente y dispusimos dos volúmenes largos y bajos flanqueando el acceso, separados del cuerpo principal, que contienen la sacristía y los servicios, con acceso desde atrás.

La entrada al verdadero recinto cubierto prolonga el eje que viene desde afuera y remata en una cruz de luz solar, recortada en la placa que da fondo al presbiterio. Todo el espacio sacro se resume en este lento y natural movimiento a lo largo del eje de acceso, que lleva de la naturaleza al altar. Adentro hay silencio y penumbra, por efecto de la envolvente de tierra, apenas horadada por estrechos vanos de luz natural, por donde se cuela el color del paisaje”13

Un espacio austero, de escasas dimensiones, pero sobrecogedor. Sus gruesos muros de tierra cocida, los murales del acceso, la luz que penetra a través de una cruz simplificada, invita al agradecimiento también de quienes pueden llegar a este maravilloso espacio, que eleva el espíritu y conmueve a los sentidos.

Todo el conjunto está cargado de dimensiones sensoriales, de conceptos claros, de evidentes rasgos de una arquitectura destinada a dejar un vivido recuerdo.

 

O'Fournier

Un gran inversor, proveniente del mundo financiero, llegó con una clara inquietud al estudio, “quiero hacer la bodega más impresionante del nuevo mundo” que comunique siglo XXI en el Valle de Uco, aire de Burgos, España. En la cultura del vino, el nuevo mundo no es Europa, sino todo lo demás. Napa Valley, por ejemplo, es nuevo mundo.

 

Figura 15. Bodega O'Fournier. Acceso frontal

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón

 

El condicionamiento inicial de O'Fournier fue explícito: “No tengo dinero, asi que lo tenemos que hacer en etapas”, y asi se planeó. Mientras que las otras son bodegas muy centralizadas compactas, esta es una bodega descentralizada en la que se fue realizando cada edificio por separado. Primero, vendimia y fermentación, después conservación en cava, después embotellado, finalmente restaurant, todo separado. Con un recorrido maravilloso, como es una bodega de gravedad, el vino sube por unas rampas y llega a una terraza bajo un techo de enormes alas. La uva llega por las rampas circulares del frente, se selecciona bajo este techo, grano por grano, los granos malos se mandan por detrás, en esa selección donde trabajan mujeres, y bajo este techo es en donde están todas las bocas de los tanques, que en otras bodegas están adentro, pero en este caso están afuera. Esta terraza es, también, un mirador, los arquitectos llevan a los turistas a observar el proceso de elaboración del vino. Y por gravedad, el vino pasa por debajo de la plaza a la cava, donde el vino se conserva en barricas de madera. El vino pasa más abajo, a la planta de embotellado y sale por detrás. Los visitantes en cambio hacen un circuito que no tiene nada que lo cruce. Mientras el trazado es ortogonal, el circuito de los visitantes es todo diagonal, porque la diagonal permite experiencias del espacio mucho más raras, sorprendentes. Como el propietario queria algo innovador se utilizaron las diagonales, que producen una multiplicidad de experiencias.

 

Figura 16. Bodega O'Fournier. Fachada posterior

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón 15

 

El eje de acceso peatonal, atraviesa un jardín seco, el agua hay que reservarla para la tierra, para la uva. Es la vid salvaje y plantas autóctonas. Por ese camino se llega al vanguardista edificio, de gran escala.

Este bloque se recorre por puentes altos, pasarelas y abajo está el restaurant que vuelve a llenar el espacio con la luz del sol, con un espejo de agua adelante, con viñas, con montañas. Allí el visitante ya ha incorporado la experiencia del vino, y es allí donde termina de saborearlo, rodeado de ese magnífico escenario.

Esta bodega es la que ha sido más comentada porque es una arquitectura para la emoción, muy impactante. Pero también, muy diferente, tiene una escala y voladizos espectaculares, que causan fuertes impresiones sensoriales en los visitantes.

 

Diamandes

La Bodega Diamandes está en una propiedad que pertenece a un grupo de inversores franceses; cada uno tiene su bodega, y el conjunto se ha llamado Clos de los Siete (clos en francés es encierro, la interpretación sería el reducto de los siete). El objetivo es atraer al turismo de alta gama a través del vino, pero el vino no es el foco, sino la experiencia del paisaje, la montaña y todo lo que rodea al proceso del vino. Estos adinerados empresarios comprendieron el valor de la experiencia de los sentidos, y la huella que deja en la memoria del visitante, que evocará nuevamente estas vivencias cuando saboree el vino andino.

 

Figura 17. Vista de conjunto de la Bodega Diamandes

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón16.


La experiencia del recorrido que propone Bórmida es comenzar por Monteviejo, una propietaria francesa (Catherine Péré-Vergé) y un arquitecto francés. Una propuesta posmoderna interesante, que destaca la bodega, levantada del paisaje, buscando un fondo de cielo a la silueta arquitectónica. Las cavas se despegan del suelo, la viña asciende hasta el edificio industrial. Por el contrafrente está el edificio más social.

 

Figura 18. Imagen posterior de la Bodega Monteviejo, Clos de los siete

Fuente : http://www.winerocktour.com

Lo interesante de este recorrido que propone Bórmida es ver la arquitectura francesa, que históricamente diseñó sus jardines separados de la arquitectura, en claro contraste con las propuestas de alta sensibilidad, integradas al paisaje.

Diamandes es un bloque longitudinal, paralelo a la montaña, donde la uva entra por un extremo y sale convertida en vino por el otro (como en Séptima). El edificio se ha escalonado con la posibilidad de que el lugar central quede mucho más abajo (en Séptima

es turístico y queda arriba de la nave). Se dividió visualmente el edificio en dos para permitir la vista al paisaje. El estudio tomó la decisión de crear un eje enfatizado por una rampa peatonal, que llega a una plaza en el punto de quiebre del edificio. La gente accede a una plataforma circular, muy similar a un centro ceremonial que produce múltiples estímulos sensoriales, está como latiendo (recuerda los lugares antiguos, donde se sentía ese vínculo tan especial con la tierra, con la montaña, con el sol. Algo así ocurre en algunos centros ceremoniales prehispánicos como el caso de Teotihuacán: ejes, espacios abiertos en terrazas, pirámides que se mimetizan con la montaña, Pirámide del Sol, Pirámide de la Luna). El concepto es ser uno con el lugar. Este espacio tiene ese espíritu, crear vivencias y sensaciones de un centro ceremonial.

 

Figura 19. Bodega Diamandes. Acceso a la Palza Ceremonial, desde la rampa frontal

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón17


Los dos edificios, con curvas muy respetuosas, tienen distintas funciones: uno de ellos es administrativo y el otro (cuyo frente es idéntico), es turístico. Se ingresa, se recorre la parte inferior de este cilindro que es la cava de barricas, y después se accede por una rampa que da vueltas en espiral, y llega a este centro. Debajo hay una cripta maravillosa, en este pozo los dueños pidieron una escultura, que fuera un diamante, nombre que estaba en la memoria del lugar (Laguna del Diamante). El nombre de la bodega, Diamandes, es “el Diamante de Los Andes”. Fue complejo diseñar una escultura que asemejara a un diamante, acorde con la identidad del edificio, y con alto impacto sensorial. Se resolvió con una estructura con barras de acero inoxidable a la compresión y tensores a la tracción. Tiene 15 metros de diámetro y parece estar flotando en un pozo, en un patio de doble altura.

 

Figura 20. Diamandes. Vista inferior de la escultura que evoca la imagen de un diamante.

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón18.

 

Cuando se baja a la cripta, donde se guardan los vinos de cata, los mejores vinos de la bodega, en el centro hay una mesa de cata, con una entrada de luz, como en Salentein. En ese espacio de características singulares, al mirar hacia arriba se descubre la punta del diamante, elemento escultural que sirve también como punto de referencia.

 

Figura 21, Cripta inferior de la Bodega Diamandes

Fuente: Fotografía de archivo del Estudio Bórmida & Yanzón19

 

 

Los arquitectos procuran que la gente no pierda el sentido del lugar en donde está, siempre dan alguna señal orientadora, espía por un lugar, y ve algo que lo vuelve a ubicar en el espacio. En esta obra, al mirar hacia arriba y descubrir el diamante, se descubre, al mismo tiempo, el estar en el centro, en un corazón de acero, hormigón y madera, con sangre de vino que vuelve a la tierra.

 

Conclusión

La revolución industrial generó un lenguaje arquitectónico que definió tipológicamente a los edificios industriales de los siglos XX y XXI. La arquitectura del vino, en su primera época, respondió literalmente a estas tendencias desarrolladas principalmente en Europa por ser la cuna de la industrialización. En los ejemplos recientes, las bodegas suelen estar vinculadas a lenguajes formales tecnológicos o estilos de moda. Pero un nuevo paradigma filosófico avanza progresivamente en el sustento teórico de la arquitectura, tal como se evidencia en el proceso proyectual de Steven Holl, Toyo Ito, Alberto Campo Baeza. En estos autores se manifiesta el protagonismo de los estímulos sensoriales, propios de la propuesta filosófica generada por Husserl y reinterpretada por Merleau Ponty: la fenomenología.

En Mendoza, el resurgimiento de la producción vitivinícola produjo una eclosión de bodegas de diferentes estudios arquitectónicos locales o foráneos. En la mayoría de los casos contemporáneos predomina la postura tecnológica arriba mencionada, o lenguajes formales academicistas, descontextualizados.

Como caso particular, se distinguen las obras del Estudio Bórmida & Yanzón por haber ingresado al nuevo paradigma de la posmodernidad, del auge de la experiencia sensible.

Para realizar un estudio crítico de este caso, el enfoque más pertinente es el fenomenológico, que analiza la vinculación entre hombre y espacio, a través de los sentidos. La experiencia sensorial, es la que está logrando que la cultura del vino sea una vivencia integradora, que incluya paisaje, arquitectura, espacios y espectador, generando rasgos identitarios que logran pregnancia en la memoria de los visitantes, que se completa con el placer de saborear un vino andino.

 

Notas

1 El arquitecto Mario Yanzón es titular del estudio Bórmida & Yanzón, con sede en Mendoza, Argentina, especializado en bodegas vitivinícolas. Las bodegas realizadas por el estudio Bórmida & Yanzón se inscriben en el marco del contextualismo moderno y se caracterizan por sus particulares relaciones con el paisaje del lugar. Esto, sumado a la voluntad de expresar en cada caso conceptos rectores propios de las empresas, ha dado origen a obras con gran identidad que, muy diferentes entre sí, contribuyen a la definición de imágenes de marca. La arquitecta Bórmida es co-titular del estudio Bórmida y Yanzón, con sede en Mendoza, Argentina, especializado en bodegas vitivinícolas. Sus obras parten de una conceptualización integradora de arquitectura y contexto, entendido éste como paisaje natural y cultural, que busca dar a la arquitectura un soporte y una proyección trascendentes, para aportar a la identidad regional.

2  Los Premios Konex fueron instituidos en 1980 con el propósito de sembrar el porvenir, distinguiendo anualmente a las personalidades / instituciones contemporáneas más valiosas, en todas las ramas que componen el espectro cultural de la nación.

3 http://www.fundacionkonex.com.ar/b4457-estudio b%C3%B3rmida & yanz%C3%B3n. Consultado en junio de 2014.

4 http://www.bormidayanzon.com.ar/staff/mario-yanzon.html. Consultado en junio de 2014.

5 http://www.bormidayanzon.com.ar/staff/mario-yanzon.html. Consultado en junio de 2014.

6 Ver también: http://www.bormidayanzon. com. ar

7  http://www.bormidayanzon.com.ar/staff/mario-yanzon.html

8 Ver también: http://www.bormidavanzon.com.ar/salentein/killka/: http://www.bormidavanzon.com.ar/salentein/bodeea-salentein/

9 Memoria escrita por los autores. Revista Summa+ 132 http://www.bormidayanzon.com.ar/uploads/documentos/Summa_332_Capiilla_Gratitud_reducido.pdf

10 Ver también: http://www.bormidayanzon. com. ar

11 Ver también: http://www.bormidayanzon. com. ar

12 Ver también: http://www.bormidayanzon.com.ar

13 Memoria escrita por los autores. Revista Summa+ 132 http://www.bormidayanzon.com.ar/uploads/documentos/Summa_332_Capiilla_Gratitud_reducido.pdf

14 Ver también: http://www.bormidayanzon.com.ar

15 Ver también: http://www.bormidayanzon.com.ar

16 Ver también: http://www.bormidayanzon.com.ar

17 Ver también: http://www.bormidayanzon.com.ar

18 Ver también: http://www.bormidayanzon.com.ar

19 Ver también: http://www.bormidayanzon.com.ar

 

Bibliografía

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Worringer, Wilhem. Einfuhlung & Abstraction. 1a edición 1908. Traducido por Mariana Frenk. México, Fondo de Cultura Económica, 1953.

 


*PROGRAMA PARA LA PROMOCIÓN DE LA INVESTIGACIÓN CONVOCATORIA 2013. Facultad de Arquitectura; Urbanismo y Diseño. Universidad de Mendoza. PROYECTO N°4 (Resolución de H.Consejo Académico FAUD N° 9/14)- Inicio 2014, finalización 2015. Nombre del proyecto: Análisis fenomenológico de las bodegas del Estudio Bórmida & Yanzón. Nueva concepción de la arquitectura del vino en el marco de la posmodernidad.

RECIBIDO: 3 mayo 2014 ACEPTADO: 8 agosto 2014


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