Lisandro Rodríguez. “Producción y comercialización cooperativa yerbatera en los márgenes. La provincia argentina de Misiones. La provincia argentina de Misiones (1991-2014)” / “Production and Cooperative Trading of Yerba Mate in the Margins. The Province of Misiones, Argentina (1991-2014)”. RIVAR Vol. 3, N° 9, ISSN 0719-4994, IDEA-USACH, Santiago de Chile, septiembre 2016, pp. 50-74.


Producción y comercialización cooperativa yerbatera en los márgenes. La provincia argentina de Misiones (1991- 2014)*

Production and Cooperative Trading of Yerba Mate in the Margins. The Province of Misiones, Argentina (1991- 2014)

 

Lisandro Rodríguez**

**Becario CONICET CEAR/UNQ. Correo electrónico: lisandrodriguez@gmail.com


Resumen

La estructura agraria de la actual provincia argentina de Misiones (Nordeste argentino, NEA), se caracteriza por el predominio de explotaciones medias y pequeñas, como así también por la presencia de grandes latifundios y la existencia de establecimientos agroindustriales y forestales. El fin de la colonización yerbatera -que da origen al sujeto social agrario y a las unidades económicas a fines del siglo XIX-, junto al agotamiento de la expansión de la frontera agraria, conduce a la reconfiguración de las explotaciones agrícolas asociada a un aumento en el número de unidades pequeñas. Se registra, además, un proceso de concentración e integración de la producción, manufacturación y comercialización de los cultivos tradicionales (yerba mate, tabaco y té); es un factor que provoca mayor dependencia de los pequeños y medianos productores. El contexto conduce a una crisis en las formas tradicionales de asociación. El objetivo de este artículo es analizar las estrategias actuales de los pequeños productores vinculados al cultivo de la yerba mate nucleados en cooperativas, reconociendo las expresiones de asociación que se manifiestan en las unidades domésticas a partir de los cambios en las formas tradicionales de agrupación, que se exteriorizan desde las últimas décadas del siglo XX. Al mismo tiempo, el propósito es reconocer cómo impacta el nuevo modelo de acumulación en una región marginal, como la del NEA. El eje de análisis se sitúa en la producción, intercambio y comercialización.

Palabras clave: yerba mate, cooperativismo, producción, pequeños productores.


Abstract

The agrarian structure of the current Argentina province of Misiones (Argentine Northeast, NEA), is characterized by the predominance of medium and small farms, as well as by the presence of large landholdings and the existence of agroindustrial and forestry establishments. The yerba mate’s colonization originated the agrarian social subject and arranged the economic units in the late

El presente trabajo se enmarca en el Proyecto I+D “La Argentina Rural (Siglos XX- XXI). Espacios regionales, transformaciones medioambientales, sujetos sociales y políticas públicas”. Universidad Nacional de Quilmes, 2015-2019.

nineteenth century. Its ending coincided with the exhaustion of the expansion of the agricultural frontier and led to the reconfiguration of farms, associated with an increase in the number of small units. It also entailed a process of concentration and integration of production, manufacturing and trading of traditional crops (yerba mate, tobacco and tea); this process caused greater dependence of small and medium producers. Therefore, the context produced a crisis in the traditional forms of association. The aim of this paper is to analyze the current strategies of small producers dedicated to the cropping of yerba mate, who are nucleated in cooperatives. Also, to recognize the association expressions manifested in domestic units related to changes in traditional forms of grouping, which are externalized from the last decades of the twentieth century. The final purpose is to recognize the impact of the new model of accumulation in a marginal region such as the NEA. The focus of analysis is placed in production, trading and distribution.

Keywords: yerba mate, cooperatives, production, small farmers.


 

Introducción

El presente artículo expone las condiciones actuales del asociacionismo -particularmente del cooperativismo agrario- en la provincia argentina de Misiones. La óptica se enfoca en la producción, intercambio y comercialización de la yerba mate por parte de los sujetos sociales que conforman esta economía regional del NEA. El objetivo es analizar cómo se manifiestan las formas económicas cooperativas, que totalizan unas 75, según datos del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM, 2013: 21) en la configuración del agro en una región marginal (respecto del agro pampeano y del modelo económico imperante) y de frontera. La propuesta de este estudio comprende además a las unidades domésticas y a los mecanismos de reproducción, acumulación y prácticas identitarias que en estas se registran. Al mismo tiempo, pretende identificar el rol del asociacionismo como instrumento económico-social, particularmente a partir de la crisis en las formas tradicionales de cooperación y reciprocidad que se manifiestan desde las últimas décadas del siglo XX, principalmente en el decenio de 1970, y que se consolidan en los años 90.

Los interrogantes que plantea este trabajo pretenden reflexionar sobre los límites y alcances de las experiencias asociativas contemporáneas para los pequeños productores yerbateros misioneros: ¿están condenados a desaparecer? ¿Son las formas asociativas cooperativas un instrumento económico-social válido en el contexto actual? ¿Tienen otra alternativa de organización?

Con la finalidad de atender a estos enunciados se recurre a datos oficiales del INYM, particularmente los publicados en el Plan Estratégico para el Sector Yerbatero (20132020). Se ponderan en conjunto Censos Nacionales, memorias y balances cooperativos. Un aspecto fundamental para este estudio, con perspectiva desde la historia reciente, es el trabajo de campo, donde las técnicas utilizadas son las entrevistas semiestructuradas a yerbateros y cooperativistas y visitas a las explotaciones de pequeños productores de la zona sur, centro y norte de la provincia de Misiones.1

Las preguntas iniciales son planteadas a partir de las alteraciones del contexto socioeconómico que se registran a nivel nacional y por las transformaciones estructurales desplegadas desde la década de 1970 y que se consolidan en el último decenio del siglo XX. Estas variaciones condicionan las posibilidades de reproducción social de la pequeña y mediana producción agrícola misionera. Las mismas presentan graves dificultades para hacer frente a las oscilaciones de los precios y las diferentes presiones que ejercen los mercados, nacionales e internacionales. La retracción del Estado y el proceso de concentración capitalista que vive el país golpean al sector agrícola en general, y a las pequeñas y medianas explotaciones familiares en particular. La situación provoca entonces una crisis en las formas tradicionales de asociación. Las cooperativas yerbateras, que históricamente agrupan a los productores, sufren las secuelas del modelo, reflejadas en la reducción de la masa societaria y en las dificultades para comercializar productos, particularmente porque no pueden competir con los grandes grupos concentrados (Rodríguez, 2016: 208).

En términos organizativos, la situación económico-financiera de las cooperativas agrarias argentinas -en el nuevo modelo de acumulación implementado a partir de la década de los 70 y consolidada en los 90- limita sus posibilidades empresariales, mientras que los efectos del ajuste estructural aumentan las dificultades económicas de gran parte de los productores asociados, cuya capacidad de cancelar los pasivos con la entidad se ve reducida. Se instala una nueva crisis financiera de las entidades y de gran parte de sus socios restringidos, además, por la falta de políticas crediticias para el sector. En este escenario, las transformaciones tecnológicas y productivas dan lugar a la aparición de nuevos agentes como los pool de siembra y las empresas contratistas de maquinarias (Muzlera, 2013: 18). Acompaña a estas innovaciones la concentración empresarial, las privatizaciones y el marco financiero delimitado, que impactan de manera directa sobre las cooperativas (IICA, 2011: 80).

Los últimos datos oficiales del INYM reflejan, para la actividad yerbatera, el aumento en la escala, es decir rendimiento por hectáreas (importante elemento para este estudio), como así también una mayor concentración e integración en manos de un grupo minoritario representado principalmente por los grandes molinos y cadenas de supermercados. Al mismo tiempo, se percibe una regresión en el número de productores como consecuencia de la pérdida en la competitividad y el aumento en los costos laborales. En este escenario, las instituciones con menores índices de ganancias (principalmente las cooperativas) se encuentran en situaciones desventajosas para incorporar los cambios tecnológicos necesarios. En forma paralela, se observa una tendencia al mejoramiento de los procesos de producción y estacionamiento del producto, junto a mayor eficiencia en el uso de energía que, por sus altos costos de implementación, son incorporados por los productores y plantadores de mayor poder adquisitivo. Las proyecciones del INYM estiman, además, que al complejo yerbatero se incorporarán nuevos actores en el negocio, con la premisa de prestar servicio de secado para empresas de la industria molinera (INYM, 2013: 29).

En este nuevo contexto, la reproducción de los pequeños productores yerbateros queda sujeta a su integración en los complejos agroindustriales y a los planes compensatorios que intentan reducir en parte los efectos expulsores de los procesos de diferenciación agraria (Schiavoni, 2008: 14). Así,

Las transformaciones tecnológicas se tradujeron en un uso intensivo de capital y en la necesidad de ampliación de la superficie trabajada, constituyendo el principal obstáculo para la persistencia de los productores familiares, observándose procesos de desaparición de productores y de concentración de la producción. La menor necesidad de trabajo permanente y una estacionalidad marcada del mismo (producto de fenómenos como el cambio tecnológico, la especialización productiva y la posibilidad de terciarización de todo o parte del proceso productivo), permitieron el desdibujamiento de los rasgos fundamentales de la producción familiar. (Feito, 2014: 33)

Si la atención se detiene en las formas de organización e integración, los últimos guarismos (INYM, 2013: 21) estiman que el estrato de pequeños productores (menos de 10 hectáreas) está representado principalmente por la participación en cooperativas que realizan solo la etapa de secado. En cambio, las entidades que efectúan todo el proceso (secado, molienda, industrialización y comercialización), integra a productores de más de 10 hectáreas. Sin embargo, el ingreso de hoja verde a las entidades asociativas en su conjunto representa el 24% del total del volumen comercializado y se mantiene estable. En el otro extremo, las empresas integradas procesan el 45% y ganan posición en los últimos años, sobre la participación de los secaderos privados (INYM, 2013: 21).

 

Gráfico 1. Participación cooperativa sobre el total de producción de yerba mate

Fuente: Elaboración propia con datos del INYM, 2013: 8

 

La comercialización presenta un alto índice de concentración y el poder de negociación con las cadenas de supermercados es bajo. El 75% del volumen está en manos de 12 empresas, mientras que el 25% restante lo comercializan las cooperativas; aunque la distribución entre las asociaciones es desigual, dado que el 15% está controlada por cuatro instituciones: Cooperativa Agrícola de la Colonia Liebig (Corrientes), Piporé, Montecarlo y Andresito (Misiones) (INYM, 2013: 31). Los datos demuestran el grado de concentración aún en las instituciones asociativas.

A partir de estas premisas, la propuesta es reconocer y diferenciar -del heterogéneo grupo de actores sociales que conforman el sector yerbatero argentino- a los pequeños productores, atendiendo a los cambios y permanencias que se registran en sus

explotaciones. Se reconoce a las chacras como unidades económicas de producción donde se realizan distintas actividades (subsistencia, comercial), se incorporan diferentes niveles de tecnología y se manifiestan ciclos productivos (Archetti y Stolen, 1975: 55). La intención de este enfoque es entender el porqué de la permanencia en instituciones colectivas aún en contextos desfavorables.

La selección de este fragmento de la cadena yerbatera responde a que los sujetos de menos de 10 hectáreas representan el 62%del total de 17.841 productores. En el otro extremo se ubican aquellos que poseen más de 30 hectáreas y que constituyen el 10%. Sin embargo, la asimetría no solo se refleja en el número, sino también en la influencia en los distintos eslabones. El estrato más pequeño contribuye con el 26% de la hoja verde, mientras que los más grandes aportan el 50% (INYM, 2013: 12).

 

El escenario

En la Argentina, el cultivo de la yerba mate está se localiza en el Nordeste,2 más específicamente en las provincias de Misiones y Corrientes, constituyendo en una producción netamente regional. La actividad, de gran importancia social y económica, además de presentar un alto índice de consumo -alcanzando los 6 kgs per cápita por año para el 2010 (INYM, 2013: 8)-, genera importantes ingresos por ventas, alcanzando cerca de 1.000 millones de dólares por año (Gortari, 2016: 63) y moviliza tanto a productores como al sector industrial y comercial.

 

Mapa 1. Regiones geográficas de la Argentina según el INDEC

La zona de estudio corresponde a la Región Nordeste, resaltada en el mapa en color verde oscuro. Fuente: http://geo2010sp.blogspot.com.ar/2010/04/mapa-de-regiones-segun-el-indec.html fecha de consulta 20/06/2015

 

La configuración actual del productor agrícola está afectada por condiciones históricas. En Misiones, el Estado Nacional ejecuta a fines del siglo XIX la colonización yerbatera al establecer unidades agrícolas, al tiempo que “crea una población” (Foucault, 2011) a través de la movilización de inmigrantes y de la plantación de yerba mate. La mayoría de los recién llegados explotan unidades productivas que en promedio no superan las 25 hectáreas, con técnicas precarias, donde sobresalen las explotaciones familiares cuyo principal obstáculo radica en no poseer molinos propios, situación que los coloca en una posición de desventaja frente a las empresas molineras que poseen la concentración de la industrialización y la comercialización (Barsky y Gelman, 2009: 323).

El proceso colonizador, asociado a la inmigración, influye en la construcción de la explotación agrícola familiar (EAF) como forma de producción (principalmente con la base de productos perennes: yerba mate, té, tung), en un periodo que se extiende entre 1880 y 1935, cuando se conforma la matriz social agraria (CFI, 1975) y, al mismo tiempo, define al colono clásico como tipo social agrario (Bartolomé, 1975: 239). Se trata de un sujeto relativamente capitalizado, fruto de políticas estatales dirigistas, que facilitan el acceso a la tierra pública mediante planes de colonización, incorporación al cultivo regulado de yerba mate y el fomento de cooperativas agrícolas (Schiavoni, 2008: 13). Por entonces, Misiones era Territorio Nacional y mantenía estrechos nexos con el Ejecutivo Nacional.

En el proceso de expansión de la frontera agrícola, las cooperativas constituyen agentes esenciales de organización, en algunos casos más importantes que los propios municipios (Oviedo, 2004: 2). Otro actor en la conformación del tipo social agrario de la región es el mercado. La incorporación de la yerba mate como producto de comercialización da origen a la formación de agricultores comerciales:

El patrón de explotación mixta y diversificada fue abandonado en favor del cultivo de la yerba mate y la vida entera de la región quedó vinculada a la evolución de este cultivo. Es a partir de entonces que el “colono” representa una trayectoria social ascendente. (Schiavoni, 1996: 51)

En el contexto actual, los colonos con cierto potencial de acumulación ya no constituyen la expresión característica de la pequeña producción de la economía yerbatera (Schiavoni, 2008: 8) -aunque en el imaginario social prevalece dicha connotación. Y, lejos de constituir un modelo cerrado, presenta ciertas heterogeneidades; algunos alcanzan niveles más próximos al campesino, mientras que otros logran capitalizarse y mantener su posición (Baranger, 2008: 14). Las alteraciones se deben a las modificaciones del contexto socioeconómico, particularmente a las transformaciones estructurales que se desarrollaron a partir de la década del 70 y que se consolidan en la década del 90 con las políticas neoliberales, que alcanzan también a la economía yerbatera, con su núcleo en el NEA.

En las últimas décadas del siglo XX e inicios del XXI, la cuestión agraria en Misiones tiene como consigna principal la agudización de problemas vinculados al acceso a la tierra (particularmente en el Nordeste de la provincia), con los consecuentes conflictos entre pequeños productores, comunidades indígenas, empresarios y el Estado Provincial (Arzeno y Ponce, 2012: 70). La profundización de los procesos de diferenciación social agraria y la crisis de los cultivos tradicionales -principalmente la yerba mate- provoca, además, la expulsión de población rural a los centros urbanos más importantes de la provincia. A la luz de estas modificaciones, emergen nuevos actores sociales, tanto en los grupos dominantes -molineros y empresarios forestales- como por sectores subalternos y desfavorecidos.

 

Dimensión productiva: los pequeños productores y las cooperativas

El proceso de producción se divide en dos etapas: la primera comprende la cosecha de la hoja verde hasta la obtención de yerba mate canchada3 y estacionada. En esta instancia, el objetivo principal es reducir los niveles de humedad. La segunda etapa se inicia en el molino y culmina en la elaboración del producto para su comercialización. Para que una planta pueda ser cosechada necesita un mínimo de cuatro años posterior a su implantación; no obstante, es a partir del séptimo que comienzan a tener rendimientos comerciales aceptables. Mas la cadena de la yerba mate está compuesta además por otros actores, como refleja el siguiente gráfico:

 

Gráfico 2. Cadena de la yerba mate

Fuente: elaboración propia a partir de datos del INYM, 2013: 7

 

De acuerdo a los datos del Censo Nacional Agropecuario de 2002 (CNA, 2002), el cultivo yerbatero comprende un 62% del total de las explotaciones agrícolas de Misiones (INDEC, CNA, 2002). Más del 93% de estas explotaciones posee superficies inferiores a 25 hectáreas; los productores de hasta 5 hectáreas controlan cerca del 14% de la superficie bajo cultivo, y el estrato de productores de entre 5 y 25 hectáreas posee cerca del 48% de la superficie total. Otro fragmento considerable de las explotaciones se encuentra bajo propiedad del estrato de “plantadores” yerbateros, que cuentan con más de 25 hectáreas cultivadas. Este fragmento representa cerca del 7% del total de productores yerbateros de Misiones, aunque posee casi el 40% de las hectáreas cultivadas con yerbatales en la provincia (Rau, 2012: 68-69).

 

Cuadro 1. Especificaciones de los productores (según cantidad de hectáreas cultivadas año 2013)

Fuente: Coninagro-Fedecoop. Yerba mate en Misiones. Basado en modelos productivos de productores agropecuarios cooperativistas. Buenos Aires, CONINAGRO, 2014: 46

 

A pesar de las recurrentes crisis del sector yerbatero, la difusión de este cultivo sigue un ritmo ascendente. Entre 2002 y 2011, la superficie con plantaciones aumenta en un 12,6% (2.300 has/año) (Gortari, 2016: 71). Se registran 211.000 hectáreas cultivadas de las cuales 20.723 pertenecen a la provincia de Corrientes, mientras que en Misiones se encuentran bajo cultivo 190.611 hectáreas (90% de la producción nacional). Los productores correntinos tienen un promedio de 50 hectáreas, mientras que la media de sus pares misioneros es de 11 hectáreas (Coninagro-Fedecoop, 2014: 45). La escala representa una herramienta fundamental para el análisis del complejo yerbatero, en tanto que el tamaño de las unidades determina el volumen de producción (hoja verde) y la inserción en la circulación y comercialización del producto.

Existe una marcada relación entre escala y los rendimientos obtenidos. Los datos publicados por el INYM son contundentes, siendo el rendimiento promedio ponderado para todos los productores de 5.411 kg/ha de hoja verde. Los estratos más chicos 0-5 has obtienen rindes aproximadamente del 25% y 15% respecto del promedio, mientras que en el otro extremo, productores con superficie cultivada de entre 150-200 o más, los rendimientos superan al promedio en un 13,6% y 45% respectivamente. (Coninagro-Fedecoop, 2014: 45-46)

 

Mapa 2. Región yerbatera argentina integrada por la provincia de Misiones y norte de Corrientes

Fuente: Ministerio de Economía y Finanzas Públicas. Complejo Yerbatero 2011: 8

 

Un aspecto relevante en esta economía regional es la pérdida de productividad de las plantas, particularmente de las explotaciones de los pequeños y medianos productores. La degradación de los suelos y el mal manejo del cultivo son condicionantes primordiales. Sin embargo, el envejecimiento de las plantas representa un factor ineludible de esta regresión. Algunas plantaciones superan los treinta años y en otras unidades económicas permanecen yerba mate de inicios de la colonización yerbatera (1926), con un rendimiento menor al promedio y con saldos comerciales negativos, como evidencian los datos del INYM:

Existe una tendencia a la concentración e integración de la producción. Si bien no existen datos para confirmar las siguientes apreciaciones, se presenta una importante pérdida de productividad de los yerbales por degradación de suelo, mal manejo de plantaciones y envejecimiento de las mismas y, por otro lado, tenemos una importante plantación de yerbales nuevos con aplicación de alta densidad. Esto define dos escenarios a futuro: (1) la disminución de la producción de hoja verde, y (2) incremento de la producción de hoja verde. Es posible que estos dos escenarios se den en forma conjunta, cayendo la producción de hoja verde de los estratos de productores menores, sin posibilidad de inversión, mientras que se incremente la oferta a partir de nuevas plantaciones. Lo que no es posible es saber cuál será el resultado de este balance, pero se prevé un aumento en la tendencia a la concentración e integración de la producción primaria al resto de los eslabones. (INYM, 2013: 4)

En la actualidad, a través del empleo de innovaciones tecnológicas, se desarrollan plantines en viveros. El objetivo es promover nuevas explotaciones de alta densidad, como así también la renovación de plantaciones antiguas. Entre estos semilleros se encuentran aquellos de carácter estatal como las que promueve el INTA, a través de las Estación Experimental de Cerro Azul, y otras privadas, entre las que se destaca Pindó S.A4 La propuesta consiste en una mejora genética, cuyo resultado sería tener un mayor índice de rendimiento por hectáreas. El INYM cuenta con un registro de viveros, de los cuales en el año 2011 solamente 15 de 50 tienen la certificación actualizada:

Sobre una producción de 6.000.000 de plantines/año en 2011, que equivalen a 2.700 de nuevas plantaciones de alta densidad (2.200 plantas/hectáreas), el 50% se hace en viveros registrados, que son los que trabajan con semillas seleccionadas provistas por el INTA y/o empresas privadas integradas. El programa de INYM es reemplazar tres hectáreas de viejos yerbales poco productivos, por una de yerbal nuevo con plantines generados a partir de semillas seleccionadas por el INTA. (Gortari, 2016: 71)

Las estadísticas del INYM determinan que el ingreso de hoja verde en secadero registra un aumento en el volumen, tanto en Corrientes como en el Nordeste de la provincia de Misiones. La producción primaria presenta una importante concentración, ya que el 10% de los productores aportan casi el 50% de la misma. Con respecto al destino de la yerba (ver Gráfico 3), los estratos de 0 a 10 hectáreas entregan en un 20% a los secaderos a través de los intermediarios y prestadores de servicio (cosecha y transporte). En el otro extremo, los productores de más de 100 hectáreas entregan en forma directa al secadero más del 90% de la producción. Tanto las cooperativas no integradas como los secaderos privados se abastecen principalmente de los productores de menos de 30 hectáreas. Aunque en volumen la compra de hoja verde de las empresas integradas es muy importante para todos los estratos, su mayor abastecimiento de materia prima está dada por los productores de más de 100 hectáreas. Las cooperativas integradas se abastecen principalmente de los estratos intermedios (INYM, 2013: 7).

 

Gráfico 3. Destino de la hoja verde según estrato (en hectáreas)

Fuente: elaboración propia con datos del INYM, 2013: 13

 

Los productores pequeños integran en sus explotaciones económicas, además de la yerba mate, otros productos agrícolas. Las unidades pueden ser definidas, en términos teóricos, a partir del concepto de unidad doméstica en tanto sistemas de relaciones sociales que, basados en el principio de residencia común, regulan y garantizan el proceso productivo (Archetti y Stolen, 1975: 51).

En las chacras visitadas (centro, sur y norte de Misiones),5 la incorporación de tecnología es variada. En la mayoría de las unidades domésticas es limitada y no se identifican, en gran escala, plantas de alta densidad. Como aspecto fundamental destacan las transformaciones en las actividades económicas: productos antes orientados exclusivamente a la subsistencia (verduras, hortalizas, frutas, animales de corral) se destinan también a la comercialización. Este factor entra en dinamismo con los ciclos productivos, es decir alternancia de cosecha de yerba mate con estos productos. La estrategia incorporada puede ser catalogada en el marco de la diversificación productiva.

La reproducción social, referida a la recreación de la célula productiva (Schiavoni, 1996: 55), es simple. Los pequeños productores logran reproducir su condición tal cual y la acumulación de capital no representa un denominador común entre las unidades domésticas. Las ganancias obtenidas se destinan a la mejora de sus chacras, aspecto vinculado de manera directa a cuestiones identitarias respecto de su posición de “colono”, es decir, propietario de su parcela y principal actor de las actividades de la chacra.

 

Imagen 1. Hoja verde de yerba mate transportada al secadero

Fuente: Imagen propia, Oberá Misiones, julio de 2015

 

La relación fundamental entre los pequeños productores y las cooperativas yerbateras es de intercambio, siendo la institución la que comercializa el producto final. La circulación conlleva a la formación del mercado como institución económica; el intercambio no es sinónimo de mercado, sino solo una condición necesaria pero insuficiente (Archeti y Stolen, 1975: 75).

Yo le entrego la hoja verde a la cooperativa de acá, una vez allí se seca, se muele y se vende en los distintos lugares o puntos de ventas, porque nosotros no tenemos presencia en los grandes supermercados porque somos una cooperativa muy chica. (Miguel, productor asociado a la Cooperativa Río Paraná. Entrevista realizada en julio de 2015)

En la cadena yerbatera las cooperativas, en tanto forma de organización que permite a los pequeños productores agruparse para compensar sus desventajas individuales de capacidad económica y de gestión industrial-comercial, mantiene su participación del 20% en cuanto al acopio de la hoja verde en los últimos años (Gortari, 2016: 72). Sin embargo, si se tienen en cuanto las últimas cuatro décadas, el sector cooperativo registra una regresión de su participación como proveedor de materia prima en un 40% respecto a los valores actuales:

Quizá la disponibilidad de financiamiento pueda ser parte de la explicación y la agresividad con que han respondido los molinos privados pueda ser otra. Ciertamente en periodos en que hay excedentes de yerba las cooperativas pierden espacio dado que no se puede asegurar a sus asociados el mismo prefinanciamento que pueden otorgar los molinos privados y el precio que puede pagar frente a la competencia. También hay diferencias en la eficiencia de los secaderos que impactan en los márgenes de las cooperativas. (Coninagro- Fedecoop, 2014: 73)

La mayoría de los molinos cooperativos son de pequeñas dimensiones. Existen tres posibles clasificaciones: los integrados, que cuentan entre sus filas a las Cooperativas de Liebig (Corrientes), Montecarlo, Piporé y Andresito (Misiones). La particularidad es que usualmente compran mucha cantidad de yerba a otras cooperativas y además se especializan y avanzan en otras fases de la cadena de valor (poseen productos envasados y finales en el mercado). Los semiintegrados, como por ejemplo la cooperativa de Jardín América, que invierte en mejorar la industrialización de la yerba mate pero que, al mismo tiempo, avanza en el desarrollo de otras fuentes alternativas de ingresos no provenientes de la yerba, es decir apuestan a la diversificación a partir de actividades como el envasado de productos regionales (ananá, mamón) y encurtidos (pepinos). Y las no integradas, como por ejemplo las cooperativas de Irigoyen y Colonia Polana, que subsisten gracias al apoyo de otras cooperativas más grandes (a través de la compra de sus productos). En general, estas entidades nuclean a las cooperativas más antiguas, que no se diversifican, no encuentran alternativas, no renuevan sus yerbales y, básicamente venden yerba canchada y dependen de asociaciones más grandes para la comercialización (Coninagro-Fedecoop, 2014: 49- 50).

 

Comercialización yerbatera: ¿negocio de unos pocos?

El 87% de la producción de yerba mate está dirigida al mercado interno. El 13% restante se exporta y genera 18,2 millones de U$S/anuales (INYM, 2013: 16). Uno de los principales destinos -como refleja el Mapa 2- es Siria. En América Latina: Brasil, Uruguay y Chile. Un porcentaje menor se exporta a los EEUU, España, Italia y Francia, gracias al creciente consumo de la infusión entre la población de origen hispano.

 

Mapa 3. Principales destino de la yerba mate6
MERCADO INTERNACIONAL: Argentina principal exportador de yerba mate del mundo

Fuente: Coninagro-Fedecoop. Yerba Mate en Misiones. Basado en modelos productivos de productores agropecuarios cooperativista. Buenos Aires, CONINAGRO, 2014: 16

 

En términos macroeconômicos, el neoliberalismo como política económica acentúa la crisis en el sector yerbatero y, por extensión, en las formas tradicionales de asociación, particularmente en las cooperativas que, desde 1926 nuclean a los pequeños y medianos productores misioneros. La experiencia normativa del Estado por intermedio de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate (CRYM) llega a su fin, luego de 56 años, en 1991. Es a partir del decreto de desregulación que la industria yerbatera acentúa un proceso de fuerte concentración, pero que comienza desarrollarse por la crisis que sufre el sector en 19667 y por las fluctuaciones económicas que afectan la actividad. La situación se suma a la influencia creciente de las cadenas comercializadoras, haciendo que ambas consoliden su papel en tanto eslabones que dirigen el sector y absorben las mayores ganancias (Magán, 2003: 4). Estas medidas contribuyen a debilitar el papel del Estado en la actividad y a disminuir la eficiencia del sector público.

Otro rasgo particular de la desregulación del sector yerbatero, que se acentúa en la segunda mitad de la década de 1990, es que muchas empresas agroindustriales yerbateras avanzan en la externalización de sus funciones, tendiendo cada vez más a terciarizar las funciones de la cosecha y transporte de la materia prima. El proceso da lugar a la expansión de un sector de empresas de servicios especializados en estas funciones: los contratistas de mano de obra, vendedores del servicio de cosecha y transporte (ver Gráfico 2). El crecimiento de este sector se constituye en factor de expansión de la informalidad y precarización del empleo asalariado yerbatero, siendo ejemplos el trabajo no registrado, el pago a destajo y las pésimas condiciones en los lugares laborales (Rau, 2012: 57).

Además, se manifiesta un proceso de “integración hacia atrás” (producción) y “hacia adelante” (comercialización), canalizado por la agroindustria y los secaderos. El 60% de los establecimientos secadores que existen en Misiones poseen alguna superficie implantada con yerba mate, integrando bajo propiedad cerca de un 10% del total de explotaciones con más de 25 hectáreas, y el 3% de las explotaciones con yerbales de menor extensión (INDEC, CNA, 2002). Sin embargo, la parte sustancial de la materia prima que manufactura este sector proviene de la compra de hoja verde a productores agrícolas independientes.

Los secaderos organizan -y en gran parte ejecutan- las cosechas de las unidades independientes que les venden el producto (Rau, 2012: 76). La importancia de los secaderos radica en que, en tanto dispositivo de coordinación económica constituye una forma intermedia entre el mercado atomizado y las firmas completamente integradas, sobre todo en la zona centro de la provincia. Se consolidan a fines de la década 1970, como consecuencia de la escasez de materia prima y asociada, también, con el debilitamiento de las cooperativas (Schiavoni, 2011: 397). Actualmente se registran más de 200 instituciones de esta categoría en la provincia de Misiones.

En términos de comercialización se percibe una oferta atomizada de productores con escaso poder de negociación y escasa influencia en la formación de precios. Por otra parte se consolida un sector industrial concentrado, con alto poder para establecer las condiciones de ventas y definir precios. La creación del INYM en 2002 -luego de una década de desregulación- busca reducir esta brecha y tiende a una negociación equilibrada a partir de un precio de referencia; aunque, en la mayoría de los casos (desde 2002 a 2016) no logra imponer este sistema y es el entonces Ministerio de Agricultura, Ganadería, Pesca y Agroindustria de la Nación -actual Ministerio de Agroindustria- la entidad que define, a través de un laudo, el valor, principalmente de la hoja verde y canchada.

El impulso comercial se consolida con el consumo interno, que registra una tendencia al crecimiento, asociado al aumento vegetativo de la población. Un estudio de mercado propuesto por el INYM refleja que en el 90% de los hogares argentinos se consume mate (un promedio de 2,8 kg por mes). El 76% de la población consume esta producción regional, el 92% consume la infusión en mate cebado, 50% en saquitos y el 14% tereré8 (Gortari, 2016: 67-68).

El mercado interno constituye una oportunidad, hay que reposicionar por calidad y beneficios. El costo de publicidad es muy alto y se relaciona con la contribución marginal de la yerba, que es muy baja. Existe un importante desinterés de los clientes (cadenas de supermercados y mayoristas) por tener el producto en góndola. (INYM, 2013: 33)

En el mercado nacional existen más de 200 marcas de yerba mate elaboradas por unos 140 molinos, pero solo 10 marcas concentran el 80% del mercado: Taraguí (Las Marías), Rosamonte (Hreñuk), Amanda (La Cachuera), Cruz de Malta y Nobleza Gaucha (Molinos Río de la Plata), La Tranquera (Llorente), Playadito (Cooperativa Liebig), Piporé (Cooperativa Santo Pipó), Aguantadora (Cooperativa Montecarlo) y Andresito (Cooperativa Andresito). Las principales marcas y una veintena de cooperativas yerbateras tienen su producción integrada, es decir que producen, secan y muelen la yerba (Coninagro-Fedecoop, 2014: 74).

Respecto al sector cooperativo, los productores venden en su mayoría al 100% a la entidad de la cual son socios. El cobro puede ser al contado o dejar la producción entregada valuada en pesos y recibir un interés hasta que se decida el retiro del valor. En algunas cooperativas si el productor deja de entregar durante dos años, pierde su calidad de socio (Coninagro-Fedecoop, 2014: 75).

Incentivamos a que todos los socios entreguen su producción a la cooperativa, así funcionamos bien. Acá por la zona hay muchos molinos privados que también compran yerba directamente a los productores; cuando la situación está brava perdemos, porque ellos pagan al contado a un precio más bajo, pero dan la plata. Por eso en cada asamblea y cada vez que podamos incentivamos a nuestros socios a no vender por fuera de la cooperativa. El estatuto dice que si no entrega por un tiempo determinado pierde su condición de socio, pero no podemos darnos el lujo de estar perdiendo socios y algunos productores aprovechan eso (Miguel González, presidente de la Cooperativa Río Paraná en Misiones. Entrevista realizada en julio de 2015).

Balances cooperativos indican esta relación de “fidelidad” entre asociado e institución respecto a la entrega de la producción de hoja verde y canchada. La Cooperativa Andresito, ubicada en el Norte de la provincia, es un ejemplo de este vínculo:

 

Gráfico 4. Ingreso de yerba verde y canchada a la Cooperativa Andresito (1988-2000)

 

Las cooperativas de dimensiones pequeñas, que no pueden imponer su marca (salvo en la localidad donde se encuentran) venden su producción a molinos yerbateros y, en algunos caso abastecen a cooperativas más grandes. Las memorias y balances dejan constancia de estas operaciones.

Nuestro principal comprador sigue siendo Molinos Río de la Plata S.A., la misma adquirió el 80% de lo producido. También hemos iniciado una relación comercial con la firma CBSé S.A., la cual nos adquirió la cantidad de 2.100 toneladas de yerba mate canchada. Con esta operación hemos podido deslizar parte del stock que veníamos acumulando; para la mencionada firma estamos haciendo molienda de yerba mate canchada, lo que nos permite tener nuestro molino en actividad permanente. En cuanto a la venta de yerba mate molida con nuestra marca, la misma se limita exclusivamente a lo que se vende en el mercado local y a nuestros socios (Cooperativa de Productores Yerbateros de Jardín América Ltda. Memoria y balances, 1999: 5)

El volumen de producción de hoja verde y canchada determina, como se enunció, su inserción en el mercado. Aunque el ritmo de consumo es ascendente, no todas las entidades pueden abastecer al mercado:

Nosotros no elaboramos en gran cantidad, o sea si hoy viene alguien y nos pide 40 mil kilos no podemos cubrir con tanta yerba. Preferimos tener buena calidad a gran cantidad, esa es nuestra política fundamental, aunque para ser sinceros no podríamos producir tanto, porque nuestros socios son pequeños productores, no superan las 10 hectáreas y tienen yerbas viejas que no rinden lo mismo que las nuevas plantaciones, además nuestras instalaciones tampoco son muy grandes. (Miguel González, presidente de la Cooperativa Río Paraná en Misiones. Entrevista realizada en julio de 2015)

Otro factor que condiciona el desarrollo comercial de las cooperativas está representado por la concentración y oligopolio del sector. El 80% de la yerba se vende a través de hipermercados, el 11% en autoservicios y el resto en almacenes y mayoristas. Como aspecto fundamental de este proceso, es necesario ponderar que el grado de concentración no induce a un ascenso de los precios; la lógica de acumulación de las corporaciones oligopólicas es mantener las barreras al ingreso de nuevos actores en los mercados en los que operan, con el objetivo de apropiarse de las ganancias extraordinarias en relación a esa posición dominante (Manzanelli y Schorr, 2010: 27).

Los canales de comercialización que utilizan las pequeñas asociaciones se reducen ya sea al ámbito local, es decir la venta del producto final en las góndolas de los almacenes donde se encuentran ubicados, o bien vía mercados solidarios, habilitados en distintos puntos del país. A modo de ejemplo, se puede mencionar la distribución de la yerba TiTrayJu (Tierra, Trabajo y Justicia) de la mencionada Cooperativa Río Paraná que, además de Misiones, comercializa sin intermediarios en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el Mercado Bonpland de Economía Solidaria y la Feria de Mataderos (entre los más destacados), como así también en varias cooperativas de distribución de la Provincia de Buenos Aires.

 

Consideraciones finales

El escenario yerbatero presenta realidades diversas para los distintos sectores que lo componen. Los cambios macroeconómicos afectan la matriz social del agro misionero y determinan transformaciones tanto en la producción como en la comercialización, siendo la concentración e integración el denominador común. Al mismo tiempo, se modifican los rasgos culturales asociados al colono, quien representa en la actualidad un grupo social heterogéneo que reúne condiciones económicas adversas, asociado a la descapitalización e incluso reconversión de sus unidades domésticas.

En la región yerbatera argentina, las alteraciones del contexto socioeconómico registrado a nivel nacional y las transformaciones estructurales que se desarrollan a partir de la década del 70 y se consolidan en los 90 con las políticas de desregulación, condicionan las posibilidades de reproducción social de la pequeña y mediana producción agrícola. Las mismas presentan serias dificultades para hacer frente a las fluctuaciones de los precios y las diferentes determinaciones ejercidas por los mercados nacionales e internacionales. La retracción del Estado y el proceso de concentración capitalista que vive el país en este periodo, golpea al sector agrícola en general y a las pequeñas y medianas explotaciones familiares en particular. La situación conlleva a la crisis de las formas tradicionales de asociación. Las cooperativas yerbateras, que históricamente agrupan a los productores del sector, sufren los embates del modelo. Las consecuencias se reflejan en la reducción de la masa societaria y en las dificultades para la comercialización de los productos, particularmente porque no pueden competir con los grandes grupos molineros.

Las modificaciones estructurales se visualizan a partir de los cambios en el régimen de tenencia de tierras (concentración de las grandes explotaciones), en la diversificación productiva y en las renovadas formas de producción (alta densidad) y comercialización (tendencia al mercado oligopólico). En este contexto, las formas asociativas de organización económica -representadas en este trabajo por las cooperativas yerbateras-deben redefinir sus propuestas de integración para posicionarse como institución sólida para sus asociados.

Las variaciones respecto del tamaño, volumen de producción y comercialización, presencia en el mercado, incorporación de tecnología y masa societaria, permiten identificar tipologías de cooperativas: integradas, semiintegradas, no integradas. La propuesta de este estudio ha sido identificar las estrategias de los pequeños productores vinculados a experiencias cooperativas ubicadas en los dos últimos tipos ideales.

En el escenario actual el asociacionismo pretende generar estrategias para retener a sus asociados, incorporando productos alternativos en algunos casos o revalorizando la labor de los pequeños productores, en otros. Un aspecto común en las entidades es que la lógica empresarial permea la forma de organización y produce tensiones con los principios cooperativos. Los componentes enunciados se ajustan a uno de los interrogantes iniciales. Sin estas adecuaciones las entidades se ven condicionadas en su competencia para el mercado, como también en su supervivencia, debido a su pérdida en la masa societaria y en su capacidad de representación de uno de los sectores más importantes de la provincia. Este enunciado se relaciona con uno de los postulados de este trabajo, es decir el por qué de la permanencia de los productores en estas entidades aún en contextos desfavorables. La apuesta económica colectiva es una de las posibles respuestas, aunque la noción identitaria y de pertenencia deviene en otro elemento explicativo.

Respecto de la pregunta ¿están condenados a desaparecer?, el Proyecto Estratégico para el Sector Yerbatero del INYM augura un panorama complicado para la economía doméstica y los colonos, al afirmar que “se ve como riesgo la pérdida de competitividad y desaparición de los pequeños y medianos productores” (INYM, 2013: 17). En este escenario, el emblemático sector yerbatero misionero demanda políticas públicas sostenidas y precisas de manera imperiosa. La creación de un Mercado Concentrador es un pedido constante en el marco del INYM. La regulación en el precio y la calidad de la producción se desplazan por la misma vía. Son estos algunos de los mecanismos para enfrentar a un mercado que está cada vez más concentrado e integrado, con márgenes de ganancia extraordinaria para un grupo reducido y precarización para el otro extremo del segmento social. Las acciones y estrategias implementadas por el INYM en los 14 años de funcionamiento parecen no responder a los principales problemas de los pequeños productores yerbateros. La investigación e implementación de los resultados deberían ser el camino a seguir, con la necesidad de atender al grupo mayoritario y más castigado de esta economía regional.

Las formas asociativas de organización en el contexto actual representan un elemento económico-social válido para los sujetos sociales estudiados. Aunque el escenario refleje una crisis permanente del sector, son estas entidades (cuando funcionan como cooperativas y no como empresas) las promotoras de las prácticas de reciprocidad y respaldo. Otras formas de organización comienzan a emerger en el agro misionero, pero la lógica sigue siendo la cooperativa. A modo de ejemplo se puede citar al consorcio de pequeños productores cooperativizados que se está constituyendo en la provincia y que nuclea a yerbateros, tabacaleros y tealeros. La iniciativa cuenta con amplio respaldo del Movimiento Agrario Misionero, uno de los promotores de las estrategias solidarias y asociativas en la región.

 

Notas

1 Las visitas se realizaron desde 2012 hasta 2015 durante la investigación para la tesis doctoral que precede a esta publicación. La misma se enmarca en una Beca Interna del CONICET con lugar de trabajo en el Centro de Estudios de la Argentina Rural (CEAR). La unidad de estudio está integrada por el Norte de Corrientes y la provincia de Misiones. La unidad de análisis se compone de las explotaciones agrícolas de los yerbateros que integran cooperativas del sector.

2 La temperatura, humedad y composición del suelo de esta región son propicias para el cultivo de yerba mate.

3 Es el producto elaborado (secado y molienda gruesa) que pasará a estacionamiento y luego se molerá y envasará (Sarasola, 1998: 23).

4 Es una empresa agro-foresto-industrial y de servicios que opera en la zona norte de la provincia de Misiones desde 1976. Se dedica a la administración de campos en la región, donde opera con plantaciones de yerba mate, pinos y araucaria.

5 En este artículo se relevaron 10 chacras por zona. La metodología consistió en la observación participante y entrevistas semiestructuradas a los productores. El corpus principal del trabajo de campo está explicitado en la tesis doctoral de la cual este estudio es una continuidad (Rodríguez, 2016: 35).

6 El asterisco en el mapa corresponde con las fuentes que utiliza el CONINAGRO.

7 En 1966 la sobreproducción conduce a la prohibición de cosechar la materia prima, como así también las importaciones de yerba mate, con excepción de la entrada desde Paraguay.

8 Mate cebado con agua fría. Su infusión se realiza principalmente en verano o en jornadas con altas temperaturas.

 

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*El presente trabajo se enmarca en el Proyecto I+D “La Argentina Rural (Siglos XX- XXI). Espacios regionales, transformaciones medioambientales, sujetos sociales y políticas públicas”. Universidad Nacional de Quilmes, 2015-2019.

Recibido: 30/5/2016 Aprobado: 18/8/2016

 


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