RIVAR Vol. 4, N° 10, ISSN 0719-4994, IDEA-USACH, Santiago de Chile, enero 2017, pp. 1-4.


 

Bárbara Jerez Henríquez

 

Presentación

El presente número de Revista RIVAR titulado “Minería y mundo agropecuario: escenarios y controversias” invita a debatir en torno a nuevas configuraciones territoriales que afectan hoy en día a las comunidades campesinas en América Latina por la proyección e implementación de proyectos de minería a gran escala, las que a su vez conforman una nueva fase de acumulación capitalista, de pleno carácter extractivista, que vuelve a convertir a los países de la región en economías de enclave proveedoras de materias primas basadas en monoproducción a gran escala. Estos procesos socioproductivos, en la mayoría de los casos, conllevan fuertes impactos sociales, ambientales y económicos que afectan la vida de los ecosistemas y de las comunidades locales, dislocando las economías y territorialidades campesinas.

La multiplicación de megaproyectos mineros metalíferos y no metalíferos industriales se caracteriza por intensos metabolismos de extracción-comercialización-consumo que inevitablemente se superponen sobre las economías y culturas preexistentes en las regiones donde aterrizan, generando una coexistencia cada vez más incompatible entre sí. Esta problemática constituye un complejo campo de escenarios y controversias que consideramos fundamental traer a debate, a fin de dilucidar y comprender los contextos en los que hoy en día subsisten precariamente los campesinados latinoamericanos.

Concretamente, el aterrizaje de megaproyectos en espacios locales genera una fuerte tensión territorial en torno a los usos de bienes naturales que dan vida a comunidades enteras, alterando directamente sus formas de habitar. Se desprenden paisajes, culturas y relaciones agroecosistémicas de las que depende la agricultura, ganadería, la pesca artesanal e incluso la minería pirquinera o de lavaderos en pequeña escala y, por supuesto, la elaboración de innumerables productos típicos que provienen de esas culturas campesinas, con sus amplias posibilidades de fortalecer el cómo habitar los territorios a través de encademanientos económicos locales más sustentables y culturalmente más arraigados.

La minería a gran escala es liderada fundamentalmente por grandes corporaciones transnacionales -y también cuenta con una importante participación de empresas estatales, como ocurre en Chile. Requiere para su funcionamiento cantidades industriales de elementos como agua y energía, además de la generación de excedentes de polvos tóxicos en suspensión, miles de litros de aguas cianuradas -frecuentemente derramadas en las comunidades aledañas-, además de la producción de cientos de toneladas de escombros. A ello se suman impactos por transporte de cargas de alto tonelaje sobre caminos rurales o periurbanos; el almacenaje en grandes galpones de minerales en las ciudades puerto, plantas de procesamiento de minerales, sustancias químicas y explosivos, entre otros fenómenos negativos tanto para la vida humana como para el orden natural del ecosistema.

Hoy en día se observa en nuestra región que el extractivismo minero industrial conlleva en muchos casos a desplazamientos de las poblaciones locales para dinamitar y explotar sus propios terrenos; en otros casos, una reconfiguración forzosa, como verdaderos campamentos mineros, o bien como territorios de sacrificio ambiental por las grandes cantidades de residuos tóxicos generada por de este tipo de megaemprendimientos, afectando directa e irremediablemente la salud de la población y de los ecosistemas locales.

Pese a ello, estas comunidades suelen ser cooptadas o bien obligadas a convivir con este tipo de proyectos bajo la promesa de desarrollo y progreso, donde los múltiples dispositivos de intervención territorial de la Responsabilidad Social Empresaria, y la sentida necesidad de empleos frente a la crisis que experimentan las alicaídas economías campesinas regionales, como consecuencia de las políticas económicas globalizadas que subordinan y desplazan (de diversas formas, escalas e intensidades) a las actividades agropecuarias campesinas, terminan convirtiendo a estos territorios en meros monoproductores de commodities.

Dichos escenarios suelen ser bastante heterogéneos entre sí, lo cual es claramente demostrado en los trabajos que conforman el presente dossier de RIVAR. Pues los procesos de subordinación, confrontación, asimilación forzosa, negociación, resistencias y alternativas se expresan de diversas maneras de acuerdo al contexto de cada territorio, y en diversas magnitudes, donde los tejidos sociales locales y las historias regionales suelen ser determinantes. Estos sucesos constituyen una fuerte tendencia en el mundo rural actual en América Latina, reflejando la subordinación histórico-estructural de la región y la forzosa dependencia que es impuesta sobre las economías de nuestros países dentro de las cartografías del poder a nivel global.

En este número presentamos, en primer lugar, el trabajo de Gisela Hadad y Tomás Palmisano, quienes reflexionan en torno a la superposición de territorialidades en la localidad riojana de Famatina, en Argentina, donde se presenta una pugna por el agua, protagonizada por las empresas agroindustriales y numerosos megaproyectos mineros que han intentado sin éxito establecerse en la zona gracias a los fuertes procesos de resistencia que realizaron los habitantes de estos valles. Las producciones agrícolas tradicionales y sus modos de vida locales se encuentran en disputa con los anteriormente mencionados emprendimientos, dejando en clara evidencia que el conflicto gira en torno a la apropiación material y simbólica de la tierra/territorio y el agua.

En segundo lugar, Bárbara Jerez nos presenta un artículo acerca de la proyección de megaemprendimientos de minería y centrales hidroeléctricas en dos cuencas transfronterizas de la Patagonia argentino-chilena, cuyas localidades están dedicadas fundamentalmente a actividades agropecuarias y turísticas, argumentando que estos megaproyectos significan una amenaza para dichas actividades, pues requieren del despojo de los bienes comunes naturales de la zona -principalmente el agua, minerales y biodiversidad- y de sus condiciones especiales que posibilitan su existencia. De allí se desprende una pugna de territorialidades con fuertes implicancias e impactos transfronterizos de carácter ecoterritorial y geopolítico que pone en juego las economías locales de estas cuencas, corriendo el riesgo de ser convertidas en nuevas “zonas de sacrificio”. A partir de ello, el trabajo culmina señalando la importancia de las planificaciones regionales y el fortalecimiento de procesos de lo que se define como “democracias territoriales”, donde se proteja la diversidad de economías locales preexistentes y así las comunidades puedan deliberar el destino de sus territorios.

En tercer lugar, Julieta Godfrid nos presenta en su artículo un análisis del crecimiento de la actividad minera metalífera en Argentina, enfocándose al caso de la minera La Alumbrera en Catamarca y Tucumán, la cual se encuentra emplazada sobre zonas dedicadas tradicionalmente a la pequeña producción rural, alterando sus modos de vida local y generando fuertes reconfiguraciones territoriales. En este marco, destaca que el crecimiento del sector minero en este país generó un conjunto de crecientes conflictos socio-ambientales, frente a lo cual las corporaciones comenzaron a implementar políticas de Responsabilidad Social Empresaria, orientadas al consenso social y a legitimar estos emprendimientos pese a los impactos ambientales y sociales que conlleva. Desde dicha experiencia, la autora se pregunta por las transformaciones de las dinámicas territoriales locales que introduce la minería en los pueblos rurales.

A continuación, Nelson Arellano expone el caso de la grave contaminación que afecta al municipio de Puchuncaví en Chile, por las plantas de fundiciones y refinerías de la estatal Corporación del Cobre (CODELCO), cuyo metabolismo social resultó incompatible con la sustentabilidad de la microcuenca del estero Campiche. Esto generó el descarte de modos de vida sustentados en actividades agropecuarias por los altos índices de toxicidad del arsénico desprendidas de dichas plantas, generando una transformación del paisaje, de los usos de los suelos y por lo tanto de la vida de las comunidades, argumentando que este territorio constituye una expresión de “sufrimiento ambiental”, señalando además que el tratamiento institucional y académico de este caso ha tenido resultados ambiguos e inconsistentes, que a su vez se desprenden de la propia incertidumbre tóxica de estas localidades.

Después se presenta un interesante trabajo realizado por el equipo de investigadores del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH) en el Sur de Chile, donde se expone un amplio análisis respecto al avance de las solicitudes de exploración y explotaciones mineras en la Bahía de Cucao en el Archipiélago de Chiloé, Chile. Un hecho que ha generado fuertes interrogantes sobre los posibles impactos locales y los repertorios de acción necesarios para asegurar una gestión soberana del territorio. Los autores elaboran además una interesante descripción de los lavaderos artesanales de oro que existen en estas comunidades como actividades complementarias a la pesca artesanal y algunas actividades agropecuarias en pequeña escala, concluyendo que esta bahía es un escenario de potencial conflicto y de atropellos de los derechos soberanos de las comunidades provocada por la imposición de formas extractivas de su uso y de la significación del territorio absolutamente a espaldas de los consensos sociales de sus habitantes.

El artículo de Sebastián Abeledo aborda, a través de un minucioso trabajo etnográfico, la participación del sector minero boratero en las comunidades de Santa Rosa de los Pastos Grandes, en la Puna salteña (Argentina), donde las formas de vida locales están centradas en el pastoreo, haciendo una fina descripción de las modalidades de trabajo de los campamentos mineros y sus posibilidades de articulación con la ganadería en los ámbitos domésticos de las comunidades, destacando las transformaciones sociales que introdujo este tipo de minería no metalífera en las economías puneñas, subordinando a las actividades económicas comunitarias. El autor culmina advirtiendo sobre los posibles conflictos que podrían suscitarse respecto a los recursos naturales comunitarios que son impactados.

Después es el turno del texto de Sergio Elías Uribe, que trata sobre el conflicto del despojo territorial causado por un emprendimiento minero de capitales mexicanos en la localidad de Salaverna, en el estado de Zacatecas (México). Allí se entrecruza el despojo territorial por el desplazamiento de algunas comunidades para explotar los minerales que existen en el subsuelo de sus tierras, y el profundo arraigo minero de la población, por tratarse de una de las zonas mineras más antiguas de América Latina. En Salaverna, si bien no se cuestiona mayormente el extractivismo minero, las comunidades profundamente divididas protagonizaron resistencias sociales frente a dicho desplazamiento, por mejorar las compensaciones económicas y otras condiciones que demandaba un sector de la población; el autor plantea que es importante entender que la resistencia “está ahí”, de diversas formas, pese a que no exista un movimiento social organizado como tal.

Finalmente, este dossier culmina con la presentación de una reseña del libro de Eduardo Gudynas Derechos de la Naturaleza: ética biocéntrica y políticas ambientales (2015) elaborada por Silvia Valiente, donde este autor revisa las diferentes valorizaciones de la naturaleza que se corresponden con diferentes éticas y dificultades para comprender los derechos de la naturaleza misma. Gudynas plantea una fuerte la visión binaria y asimétrica de la modernidad, señalando que esta va acompañada de una fuerte concepción antropocéntrica que subordina a la naturaleza como un objeto a explotar infinitamente para satisfacer las necesidades del hombre. Dicha postura ha tenido fuertes críticas en los últimos años por su desconsideración de las múltiples valoraciones de la naturaleza existentes, desconociendo el valor por sí mismos que tienen los ecosistemas y los seres vivos, junto a la importancia de incorporar las cosmovisiones indígenas. Gudynas propone el biocentrismo como una propuesta ética que plantea que todas las especies tienen la misma importancia y merecen ser protegidas, reconociendo sus heterogeneidades, dejando atrás la concepción mercantilista de la naturaleza.

 


Revista RIVAR es editada bajo licencia CREATIVE COMMONS